viernes, 10 de julio de 2009

1 FIBRAS TEXTILES Y TINTES

"El acordeonista devana el hilo de la música
con las dos manos ocupadas por la negra madeja".
Ramón Gómez de la Serna. Greguerías

GENERALIDADES

Programa.
OBJETIVOS:
-Comprender los factores que determinan el comportamiento de las fibras textiles en el proceso de tintado.
-Conocer las afinidades de las fibras textiles con las distintas familias de colorantes.
-Conocer los diferentes procesos de tintado según colorantes.
CONTENIDOS:
1.Fibras textiles:
-Fibras celulósicas.
-Fibras proteicas.
-Fibras químicas.
2.Tintes naturales:
-Colorantes directos.
-Colorantes con mordiente.
-Colorantes a la tina.
3.Tintes químicos:
-Colorantes sintéticos.
-Colorantes de dispersión.
-Colorantes reactivos.
4.Mordientes.
DURACIÓN:
6 horas.
ACTIVIDADES:
-Clasificar el muestrario de fibras según las posibilidades de tinción.
-Realizar un fichero donde se incluirán muestras de todas las experiencias de teñido, adjuntándoles los datos necesarios (tipo de fibra, pesos, proceso...).
CRITERIOS DE EVALUACIÓN:
-Comprender los factores que determinan el comportamiento de las fibras en el proceso de tintado.
-Saber elegir los tintes mas adecuados en función de las fibras.
-Conocer los procesos básicos de tintado manual.


Refranes.
-Madeja sin cuenda, fácilmente se enreda.
-Niño sin rienda, como madeja sin cuenda.


Diccionario Real Academia.
tinta. (Del lat. fineta, t. f. de -tus, tinto.) f. Color que se sobrepone a cualquier cosa, o con que se tiñe. 2. Líquido, generalmente negro, que se emplea para escribir. 3. Acción y efecto de teñir. 4. V. lápiz tinta. 5. pl. Matices, degradaciones de color. Las TINTAS de la aurora. \\ 6. Pint. Mezcla de colores que se hace para pintar. comunicativa. La apropiada para que lo escrito con ella pueda ser reproducido en uno o más ejemplares, mediante estampación mecánica. de imprenta. Composición grasa y generalmente negra que se emplea para imprimir. simpática. Composición líquida que tiene la propiedad de que no se conozca lo escrito con ella hasta que se le aplica el reactivo conveniente. media tinta. Pint. tinta general que se da primero para pintar al temple y al fresco, sobre la cual se va colocando el claro y el obscuro. 2. Pint. Color templado que une y empasta los claros con los obscuros. medias tintas, fíg. y fam. Hechos, dichos o juicios vagos y nada resueltos, dictados por extremada cautela y receloso espíritu. correr la tinta, fr. Estar fluida; escribirse fácilmente con ella. dar, o no dar, tinta, fr. Dícese de la pluma que por estar bien, o mal, dispuesta, o por la calidad de la tinta, arroja, o no, la suficiente para escribir. de buena tinta, fr. p. us. Con eficacia, habilidad o viveza. 2. De buen temple, de buen humor. meter tintas, fr. Pint. Poner o colocar las tintas en los lugares correspondientes. recargar uno las tintas, fr. fíg. Exagerar el alcance o significación de un dicho o hecho. saber uno de buena tinta una cosa. fr. fíg. y fam. Estar informado de ella por conducto digno de crédito, y sudar tinta, fr. fíg. y fam. Realizar un trabajo con mucho esfuerzo.
tintar. (De tinta, tinte.) ir. Dar a una cosa color distinto del que tenía, teñir.
tinte. (De tintar.) m. Acción y efecto de teñir. 2. Color con que se tiñe. 3. Casa, tienda o paraje donde se limpian o tiñen telas, ropas y otras cosas. 4. V. palomilla, retama, de tintes. 5. fíg. Artificio mañoso con que se da diverso color a las cosas no materiales, o se las desfigura.

Símbología.


Madejando lino

Madeja.
Las mujeres embarazadas no deben liar madejas bajo ningún concepto, ya que la criatura que llevan en su seno correría el riesgo de quedar enrollada por el cordón umbilical en el momento de nacer. Las brujas solían hacer madejas con tripas de animales en sus prácticas de encantamiento para propiciar la separación de casados, novios, familiares o amigos.(***)



Lavado.
Según Oswald Wirth, “en alquimia, el sujeto ennegrecido, luego muerto y podrido, es so­metido a la ablución, operación que utiliza las lluvias progresivas procedentes de la condensa­ción de los vapores que se desprenden del ca­dáver por la acción de un fuego exterior mo­derado, alternativamente activado y rebajado. De estas lluvias reiteradas, resulta el lavado pro­gresivo de la materia, que pasa del negro al gris y progresivamente al blanco. La blancura seña­la el éxito de la primera parte de la Gran Obra. El adepto no la alcanza sino purificando su al­ma de todo lo que la turba comúnmente”. El lavado, pues, simboliza menos la purifica­ción del mal objetivo y exterior que la de los males subjetivos que pudiéramos llamar “parti­culares”. Resulta obvio agregar que esta purifi­cación es mucho más difícil y dolorosa, puesto que lo que se trata de destruir forma nudo con la propia existencia, sus razones vitales e impul­sos espontáneos. Éste es el “niégate a ti mismo” necesario para el verdadero progreso moral, ale­góricamente explicado en la fase descrita del proceso alquímico.(*)
Manchas.
El simbolismo de las manchas, como el de los desconchados de los muros, que impresionaron a Piero di Cosimo y Leonardo da Vinci, integra el simbolismo de la forma de tales manchas y el de la textura o materia. Tiene relación con el de las nubes, en cuanto ambas generan figu­ras ilusorias que pueden ser identificadas por procesos de interpretación análogos. Prueba de ello la hay en el test de Rorschach. Con fre­cuencia, las manchas están asociadas al paso del tiempo, aluden así a las ideas del transcurso y de la muerte. De otro lado las manchas, decolora­ciones e imperfecciones de todo género pueden adscribirse al simbolismo de lo anormal pues, según los alquimistas, esas “enfermeda­des” de los objetos o materias constituyen la au­téntica “primera materia”, la base para la prepa­ración del oro filosófico (evolución espiritual). El Rosarium Philosophorum dice: «Nuestro oro no es el oro común. Tú, sin embargo, has de­mandado al verde, suponiendo que el mineral sea un cuerpo leproso a consecuencia del ver­de que muestra en sí. Por esta razón te digo que lo de perfecto en el mineral es solamente ese verde, porque bien pronto se verá transforma­do mediante nuestro magisterio en el oro más verdadero”. Este simbolismo se relaciona con la frase de Nietzsche, en Así habló Zaratustra, “Des­de lo más bajo ha de alcanzar su ápice lo más alto”.(*)
Mancha.
Toda mancha, ya sea una simple peca, un lunar o cualquier otra huella, siempre es vista con cierto recelo porque se considera que con su presencia se rompe un equilibrio, un orden armónico cuyos elementos están proporcionados y limpios. Las manchas también se interpretan como la consecuencia de una obra mal hecha o de un deseo no cumplido, como las que aparecen en el rostro, que se achacan a an­tojos insatisfechos durante el embarazo. Una creencia muy extendida afirma que aunque aparentemente una mancha de­saparezca, en realidad nunca aca­ba de borrarse completamente, y su presencia continuará imponiendo su perniciosa influencia. Las manchas blancas en la superficie de las uñas indican que quien las posee es muy dado a la mentira (Andalucía). Un me­chón de cabellos canos es pro­pio de una persona de la que se debe desconfiar.(***)
Polilla.
Estas mariposas, cuan­do revolotean sin descanso en tor­no a una persona, la están avisan­do de que se prepare para recibir una noticia inesperada. Es común la creencia de que matar una poli­lla es tentar al peligro o incitar a un allegado a sufrir una caída.(*)
Colores en Marruecos.
-Blanco: simboliza pureza espíritu y cuerpo.
-Azul: simboliza la espiritualidad. Para conseguirlo se utiliza índigo.
-Rojo: simboliza amor y sueño. Se utiliza amapola (coclicó), corteza de mimosa para el rojo vivo o cochinilla para el burdeos.
-Amarillo: simboliza fertilidad en la mujer, cuerpo y mente. Se utiliza azafrán o cáscara de granada.
-Verde: Se utiliza alfalfa.


Ropa Tendida.
Expresión que se dice al que está hablando para advertirle de la proximidad de otra persona ante la cual conviene callar. Se aplica cuando hay niños o inocentes que puedan escandalizarse, o cuan­do hay personas que no conviene que oigan lo que se hablaEsta frase procede de la antigua jerga de la delincuencia. Se uti­lizaba por los reclusos en las prisiones para advertirse entre ellos de la presencia de los carceleros cuando estaban enfrascados en conversaciones que no era conveniente que fuesen escuchadas por la autoridad. José María Sbarbi la explica dándole este mismo sen­tido.


La mujer vestida de morado.
Parecía una Concepción siempre vestida de morado, y al mismo tiempo eso le daba un aire de imposible.
Estaba en el año de no poder acceder al amor, por­que se debía al propio orgullo de su belleza, perfecta, marfileña, con una gran frente abombada y destellante.
El enamorado preguntó a la amiga que da los con­sejos difíciles:
— ¿Cómo podría yo enamorar a una muchacha que va vestida de morado?
—Ponte una corbata amarilla —le dijo la que todo lo sabe.
Inútil. Ella estaba en los meses pictóricos en que a la mujer no la tientan, ni los más fantásticos viajes.
Su terciopelo morado la hacía resaltar como nada y hacía más estremecedora su belleza ese fondo de gato que tiene el terciopelo.
Pero de la noche a la mañana desapareció.
La robó sin más trámites el ladrón de joyas, pues al verla en el estuche de terciopelo morado —estuche de joyería— no tuvo duda y obró fatalmente con la sa­gacidad y perentoriedad con que obra el ladrón.
Ramón Gómez de la Serna(Otras fantasmagorías).


PROCESOS

Tipos de fibras.
FIBRAS NATURALES
Celulosa
Algodón, cáñamo, yute, lino, ortiga, pina, ramio, sisal.
Proteínas
Alpaca, angora, pelo de camello, cachemir, mohair, seda, lana.
Mineral
Amianto.

FIBRAS ARTIFICIALES
Polímeros naturales y regenerados
Alginato, acetato de celulosa, triacetato de celulosa, rayón cupramonio, Modal, caucho, Tencel, viscosa de rayón.
Sintéticas
Acrílicos y modacrilico, clorofibras, e!astene, poliamida, polipropileno, poliéster, polietileno.
Otros
Carbón, cerámica, vidrio, metal.

FIBRAS DE CELULOSA
Las fibras de celulosa, especialmente el algodón, el lino o el cáñamo, se han utili­zado durante muchos siglos para hacer tejidos. Estas fibras proceden de las plantas y su estructura química básica es la celulosa, un carbohidrato similar al almidón. Las fibras de celulosa se em­plean para fabricar una amplia gama de telas, desde pesadas como el dril, la lona, el terciopelo, ¡a pana o la toalla, hasta delicadas muselinas, organzas y jersey. Se pueden utilizar solas en un te­jido, pero a menudo se encuentran mez­cladas con otras clases de fibras, que varían las propiedades del tejido. Por ejemplo, en las sábanas de algodón y poliéster, el poliéster mejora las cualida­des de lavado y planchado de la tela dando como resultado un tejido de fácil cuidado, mientras que en la viella, una mezcla de algodón y lana, la lana propor­ciona al tejido calidez y tacto suave.
Algodón.
Se encuentra en muchas va­riedades, que van desde el fino algodón egipcio hasta el grueso algodón indio hi­lado a mano. Las distintas variedades se cultivan por sus colores naturales, que eliminan la necesidad de teñirlos.
El algodón tiene muchas característi­cas que lo hacen ideal para los tejidos. Es duradero, suave y absorbe grandes cantidades de humedad, y también se puede tratar con altas temperaturas, lo que facilita su lavado y planchado.
Lino.
Es la fibra más antigua conocida por la humani­dad. Aunque está compuesta principal­mente de celulosa, también contiene lignino, que le aporta el color marronoso, y sus características principales son el frescor, un lustre sedoso y la durabili­dad. Es menos flexible que el algodón, lo que hace que se arrugue más, pero este problema se reduce aplicando a las fibras resinas resistentes a las arrugas.
Otras fibras.
El cáñamo, el yute, el ramio, la ortiga, la pina y el sisal se utilizan en todo el mundo en menor cantidad. Su uso es li­mitado pero puede aumentar a conse­cuencia de los resultados de las investi­gaciones actuales para encontrar alternativas al algodón que sean natura­les y respetuosas con el medio am­biente.


FIBRAS DE PROTEÍNAS
Estas fibras son de origen animal y la mayoría están compuestas por la proteí­na queratina, que proviene de las fibras de pelo. Se pueden hilar para ser tejidas, formar como fieltro o hacer de punto para crear una amplia gama de tejidos Los que se utilizan más a menudo para estampar y pintar a mano son el crepé, los tafetanes y sargas, el punto, los terciopelos, las franelas y los fieltros.
Seda.
El gusano hila la fibra de la seda cre­ando un hilo continuo que va enrollando formando una estructura de capullo. Es de un color amarillo pálido, beige o blan­co y tiene un revestimiento de una goma llamada sericina. La fibra se pue­de transformar en dos clases de hilo: la primera se hace combinando los hilos de varios capullos para formar un único hilo de filamento continuo, mientras que el segundo se hace a partir de capullos estropeados o sobrantes, que se troce­an en fibras cortas y se hilan en máqui­nas convencionales.
Lana.
Se encuentra en mu­chos colores y variedades, y el largo de la fibra dependerá de la raza de la oveja. Como fibra es flexible, elástica y rizada y da al tejido terminado una elasticidad y resistencia que impide que se arrugue demasiado. La fibra de la lana es capaz de absorber una gran cantidad de agua sin mostrarse húmeda, pero es sensible al calor y si se lava en agua caliente pue­de apelmazarse. Esta propiedad se puede aprovechar para fieltrar o contrarres­tarla tratando el tejido con un acabado anti-encogido. Las fibras de la lana acep­tan con facilidad los tintes y se pueden conseguir colores vivos.
Otras fibras.
La alpaca, la angora, el pelo de camello, el cachemir y el mohair se utilizan en todo el mundo a pequeña escala. Se ob­tienen a partir del pelo de diversos ani­males y se combinan en mezclas con lana y seda para conferir un aire suntuo­so al tejido.

FIBRAS ARTIFICIALES REGENERADAS
Las fibras regeneradas fueron las prime­ras fibras artificiales que se produjeron, y en un intento de copiar a la naturaleza se hicieron experimentos para reprodu­cir lana artificial y fibras de tipo seda.
Acetato de celulosa y triacetato de celulosa.
El acetato de celulosa se descubrió en 1918 al descomponer la celulosa de la madera con ácido acético y sulfúrico, pero no fue hasta los años veinte cuando se pudo obtener la fibra. Esto se consi­guió alterando el acetato por medios quí­micos para producir la fibra de triacetato de celulosa (acetato secundario). Hacia 1950 se encontraron sistemas más efi­caces de obtener el acetato de celulosa y se desarrolló la fibra Tricel. Los tejidos hechos con Tricel son brillantes o mates, tejidos o de punto y cuando se plisan con calor, conservan la forma.
Tencel.
En los últimos años la búsqueda de una fibra artificial verde ha culminado con la fabricación del Tencel, la primera nueva fibra artificial en estos treinta años. El Tencel es una viscosa producida a partir de pulpa de madera (de plantaciones medioambientales sostenibles), mezcla­da con un disolvente que puede ser reciclado después de utilizarlo. Se la ha lla­mado el camaleón de las fibras y es capaz de reproducir perfectamente las cualidades de otras fibras. Los tejidos producidos con Tencel pueden ser más fuertes que el algodón, con un tacto si­milar al terciopelo y las cualidades de drapeado de la seda.
Viscosa de rayón.
La viscosa de rayón se descubrió en 1892 al deshacer la pulpa de la madera con un álcali fuerte. Durante muchos años se utilizó como una alternativa al algodón y la seda, y tiene muchas de las propiedades de la fibra natural de la ce­lulosa al igual que el lustre brillante de la seda. Sin embargo, tiende a arrugarse mucho, pero esto se puede solventar en muchos casos combinando la viscosa con otras fibras.

SINTÉTICAS
Las fibras sintéticas son fibras artificiales derivadas del carbón o del petróleo. En los años treinta, tras descubrir las fibras regeneradas, los químicos em­pezaron a producir cadenas de políme­ros, siendo el nailon la primera consiguida. Lo descubrió un equipo creado en EE.UU. por E.I. du Pont de Nemours. En 1934 el jefe del equipo, Wallace Hume Carothers, descubrió la formación de una larga cadena de molé­culas de polímero y utilizó este principio para la formación del nailon. La síntesis de esta fibra llevó a una amplia gama de fibras. Al contrario de las fibras naturales, las sintéticas se pue­den producir actualmente con características para satisfacer pro­pósitos específicos, y si se combinan entre ellas y con fibras naturales, las cua­lidades de las telas producidas son casi infinitas. Un hallazgo reciente es el de las microfibras, que son tan deli­cadas y muestran unas propiedades tales de ligereza y suavidad, que las fibras na­turales no pueden competir con ellas.
Acrílico y Modacrílico.
El acrílico fue descubierto en 1940 por E.I. du Pont de Nemours. Se produjo a partir de un líquido resultante del gas na­tural y el aire, y era la más similar a la lana de todas las fibras artificiales. Se puede convertir en hilos de gran grosor, cálidos y suaves. El acrílico se mezcla a menudo con otros tipos de fibras para conferir suavidad y estabilidad a un buen precio. El modacrílico es una fibra acrílica adaptada, que presenta la ventaja de tener la propiedad de retardar la llama.
Poliamidas.
Originariamente conocida como nailon , la poliamida se desarrolló en Estados Unidos. Sin embargo, debido al poste­rior desarrollo de muchos tipos distintos de nailon, se cambió el nombre de la fi­bra por el de poliamida, que da una des­cripción más exacta de la estructura quí­mica de la fibra.
Estas fueron las primeras fibras que mostraron la propiedad de la elasticidad en frío (fibras que se dilatan sin que se les aplique calor) y que una vez hiladas se podían extender hasta tres o cuatro ve­ces su largo original. Durante ¡a Segunda Guerra Mundial, esta fibra se utilizó en los paracaídas, tiendas y neumáticos, pero rápidamente su uso se extendió al género del punto y la lencería. Actual­mente existen cientos de tejidos de po-liamida producidos por todo el mundo.
Poliéster.
El poliéster lo descubrió en 1941 la com­pañía británica ICI, que le dio el nombre comercial de Teryleno. El poliéster es la fibra sintética más utilizada; es resisten­te, lavable y a prueba de encogido, pero generalmente requiere un teñido a alta temperatura y presión. Se puede reciclar a partir de botellas de bebida de plástico transparente (un tejido muy popular fabricado de este modo es el forro polar). El poliéster se usa en combina­ción con otros muchos tipos de fibra y generalmente se encuentra mezclado con algodón, lino y lana.
Otras fibras
Otras fibras sintéticas son el elastene, el polipropileno y las clorofibras. Las fibras de elastene, basadas en poliuretano, tie­nen la propiedad de extenderse y volver a su forma original con una gran versatili­dad. Se pueden teñir fácilmente y se utili­zan sobre todo, combinadas con otras fibras, en tejidos elásticos como los de los trajes de baño (ejemplos bien conocidos son Spandex y Lycra). Asimismo, el poli­propileno se utiliza principalmente en ro­pas de deporte y prendas de altas presta­ciones (forro polar), mientras que las clorofibras, como el PVC (cloruro de polivinilo), se utilizaron principalmente duran­te los sesenta en prendas de moda.
Otros materiales y minerales como el vidrio, el carbón, la cerámica y el amian­to se pueden fundir y convertir en fibras. Estos tejidos tienen usos principalmen­te industriales y no resultan apropiados para teñir o colorear. Los metales en for­ma de alambre muy fino también se pueden incorporar a los tejidos combina­dos con otras fibras.

Colores y colorantes.
El ojo humano reconoce tres propiedades mesurables del color:
-Tono. Es el nombre de cada uno de los principales colores del espectro, por ejemplo: rojo, verde o azul.
-Valor. Se refiere a lo oscuro o claro de un color cuando se compara con la escala de grises Por ejemplo, añadir blanco a un color para matizarlo, se consigue un color más claro, dándole un valor más alto en la escala de gri­ses; o, añadir ne­gro, obteniendo un color más os­curo y más bajo en la escala de grises.
-Intensidad. Se refiere a lo brillante o apagado de un color, resultando más intenso (brillante) cuanto más cercano sea al color primario.
Las teorías sobre la luz y el color se han investigado y documentado y se han llevado a cabo muchos experimen­tos acerca de la mezcla de pigmentos de color y la luz. Hoy la mezcla de colo­res se puede dividir en dos sistemas principales:
-Mezcla aditiva. Mezcla directa de los colores primarios de la luz, rojo, verde y azul (cuando se mezclan juntos en cantidades iguales producen el blanco).
-Mezcla sustractiva. Cuando las áreas del espectro son absorbidas o sustraí­das por una superficie, por tanto, se reflejan y dispersan las ondas de luz que sobran. Vemos una rosa roja porque todas las ondas de luz azul y verde son absorbidas por la flor y solo se devuelven reflejados los colores rojos. Una superficie blanca devolverá reflejada toda la luz, mientras que una superficie negra absorbe todas las on­das de luz. En vez del rojo, verde y azul, los colores primarios por mezcla sustractiva son: rojo, amarillo y azul, mezclados en proporciones iguales, pro­ducen negro.
La teoría sustractiva se uti­liza con más frecuencia y la desarrolló por primera vez Johannes Itten (1888-1967). La teoría sustractiva del color explica las mezclas de color bási­cas de tintes y pigmentos. Damos por sentado que los tres primarios son colores puros: han de tener igual brillo y no pueden contener ni una fracción de otros colores primarios en su fabrica­ción. Los tonos secundarios se producen mezclando dos prima­rios en cantidades iguales:
amarillo + rojo = naranja
amarillo + azul = verde
azul + rojo = violeta
Al mezclar los colores secundarios con los primarios más próxi­mos se crea un nuevo grupo de seis tonos intermedios. La manera más simple de demostrar esto es con la ayuda del círculo de color, en el que el espectro de color se curva hasta que sus extremos se tocan formando una rueda. Los doce tonos se pueden ver todos a la vez y sus relaciones entre ellos se pueden entender fácilmente. Los colores opuestos entre sí en la rue­da, se conocen como colores complementarios. Si dos colores complemen­tarios se mezclan, se crea un gris neutral. Es importante tener esto en cuenta cuando se mezclan tintes, ya que la mezcla de negro a menudo apaga un color (lo ensucia) más que darle un tono más bajo (que es cuando el co­lor conserva su claridad).
El éxito de la aplicación de esta teo­ría se basa en que los tres colores pri­marios sean puros. Siem­pre existen impurezas en los pigmentos o tintes, lo que significa que muchos de los secundarios producidos por estos son apagados. Para superar este pro­blema se han inventado varios sistemas de color y el sistema tricromático del color (basado en el magenta, amarillo y cían) utilizado en la impresión sobre pa­pel es uno de ellos. En este sistema la imagen se separa en tres colores, cada uno formado por puntos muy peque­ños, que al imprimir se combinan para dar la sensación de toda una gama de colores. De hecho los colores no se mezclan, así este sistema supera el pro­blema de las mezclas. Sin embargo este sistema no da tan buenos resulta­dos en la estampación sobre textiles, ya que se encuentran pocos colorantes o tintes con suficiente pureza y buenas cualidades de solidez y reflexión para proporcionar colores puros brillantes una vez mezclados.

La historia de los colorantes.
Los tintes se pueden dividir en dos gru­pos principales: tintes sintéticos y natu­rales.
Las primeras sustancias que se utilizaron como colorantes se obtuvieron de las rocas y las plantas. Los mine­rales se molían para formar pigmentos y se mezclaban con resmas de los árbo­les, ceras, sangre, saliva o albúmina (clara de huevo) a fin de obtener una pasta que se pudiera frotar o pintar so­bre una tela. Para los blancos o cremas se usaban cal, yeso y arcilla y el mineral de hierro y otros minerales metálicos producían los amarillos, ocres, naranjas, rojos y marrones. Originalmente, los tintes vegetales se conseguían hirvien­do y machacando las bayas, hojas y ta­llos de las plantas. Generalmente, estos colores se "pegaban" simplemente sobre el tejido y se desteñían al lavar y con el uso. El deseo de fijar los colores de modo permanente sobre la tela, lle­vó a experimentar con sustancias como la orina, el barro, cenizas y agua de río o mar combinados con los tintes. Todas estas sustancias ayudaban a crear y fi­jar de un modo permanente el color so­bre la tela.
En la Europa medieval la producción y teñido de las telas fue desarrollándose hasta convertirse en una gran y prove­chosa industria y sus trabajadores se asociaron en gremios. Los gremios de tintoreros se dividían entre los negros o simples que trabajaban con telas senci­llas; los tintoreros de los colores fuertes, que estaban autorizados a teñir colores brillantes sobre telas delicadas; y en el norte de Italia, los tintoreros de seda. Las leyes estrictas sobre el uso de tin­tes y mordientes velaban por la calidad de las telas teñidas. Bajo estas leyes, muchos tintes extranjeros se clasifica­ban como bastardos y se prohibía su uso. Los tintes utilizados en la industria variaron muy poco hasta el descubri­miento en 1790 de los colores minera­les de laca como el beige de hierro, el marrón de manganeso, el amarillo de cromo o el azul de Prusia. Estas son sa­les metálicas u óxidos insolubles produ­cidos por un proceso de precipitación. Estos colores eran muy brillantes y lla­mativos cuando se comparaban con los tonos más suaves producidos por los tintes naturales y rápidamente se pusie­ron de moda.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la creciente mecanización de la fabri­cación de telas requería un suministro de tintes naturales cada vez mayor. Plantas como la rubia o la hierba pastel se cultivaban en abundancia por toda Europa y los tintes índigo, palo del Bra­sil, cato y cochinilla se importaban en grandes cantidades desde el Lejano Oriente y América. En 1853 William Henry Perkins descubrió el primer tinte sintético, malva producido por la reduc­ción del nitrobenceno (un producto del alquitrán del carbón). Con el éxito del violeta Perkins, como se llamaba co­múnmente, se hicieron muchos más tin­tes con el alquitrán del carbón como base. La industria de los tintes evolucionó con rapidez y el proceso de colorear los tejidos se con­virtió en una nueva ciencia. El interés por la coloración se desplazó de los tin­tes naturales al suministro creciente de los artificiales.
En la actualidad existen miles de colo­res y tintes disponibles y cada año apare­cen muchos más. Muchas clases de co­lores populares hace treinta años ahora apenas se usan, puesto que se han en­contrado alternativas con mejores cualidades de permanencia y técnicas más sencillas para el teñido y estampado.
El propugnado cambio hacia un modo de vida más verde ha llevado a un creciente interés por los tin­tes naturales. Sin embargo, su perma­nencia depende del uso de mordientes, muchos de los cuales pueden ser muy contaminantes. Además, la disponibili­dad de fuentes de aprovisionamiento de plantas e insectos para los tintes natura­les es limitada y las cantidades necesa­rias para proveer la moderna industria textil requerirían grandes zonas de suelo agrícola y forestal. Como muchos de es­tos tintes no son apropiados para es­tampar, su papel está limitado a áreas especializadas de pequeña escala de la producción textil.
Si se clasificaran todos los tintes se­gún su estructura química, habría, al me­nos, treinta tipos diferentes. Por tanto, están clasificados en menos grupos, basados en el sistema de aplicación usado y las clases de fibras que cada tinte pue­de colorear.

TINTES SINTÉTICOS
Esta categoría se puede subdividir en los grupos que describimos brevemente a continuación. Existen otros tintes sintéti­cos, pero apenas se usan y no son apro­piados para un taller de poca producción.
Tintes ácidos.
El término genérico de tintes ácidos in­cluye varios tipos de tintes clasificados por sus propiedades de resistencia a la decoloración por humedad y a los méto­dos de aplicación necesarios. Como indica el nombre ácido, estos tintes re­quieren condiciones aciduladas calien­tes para fijarse en las fibras. Muchos de los tintes ácidos colorean lana, seda y otros tejidos de proteínas y poliamidas. Son enormemente predecibles y fáciles de utilizar en una amplia gama de colo­res brillantes, aunque es necesaria una cuidadosa selección para conseguir un tono específico o la solidez necesaria. Este amplio grupo de tintes se subdivide en cuatro grandes clases:
-Tintes de igualación. Dan un buen teñido, brillante y nivelado y se emplean preferentemente en el teñido de las lanas, aunque algunos se pueden utili­zar en sedas o poliamidas.
-Tintes de transpiración rápida. Tienen una resis­tencia superior a la decoloración por hu­medad a la de los tintes de igualación, y comparten algunas de sus propiedades igualantes.
-Tintes de ba­tanado. Requieren un mayor control y cui­dado durante su utilización, ya que tienen tendencia a teñir de manera desigual. La gama de colores de este grupo es limita­da pero son brillantes y se pueden utilizar con muy buenos resultados sobre seda, lana y fibras de poliamida.
-Tintes de superbatanado. Consisten en una pequeña selección de tintes brillan­tes. Es muy difícil teñir de una manera uniforme con ellos pero son muy resis­tentes a la decoloración. A menudo se les llama tintes brillantes.
Tintes azoicos.
Se los conoce como colores de hielo y se utilizaban principalmente para estampar tejidos de celulo­sa de moda (algodón principalmente). Su característica principal es que se crean in situ en las fibras del tejido. Se utilizaban originariamente en estampados popula­res africanos que imitaban batik con ce­ras, pero su utilización ha disminuido últi­mamente debido a lo caro y la poca disponibilidad de los productos clave.
Tintes básicos y tintes básicos desarrollados.
Estos fueron los primeros tintes sintéti­cos (el violeta Perkins pertenece a este grupo) que se fabricaron, pero actual­mente se utilizan muy escasamente porque son poco resistentes a la decolo­ración por lavado y por exposición a la luz. Se pueden utilizar para crear colores brillantes sobre seda, lana y acrílicos, pero en la actualidad se utilizan principalmente para teñir fibras acrílicas o modacrílicas.
Se pueden encontrar a menudo tin­tes básicos entre los tintes de estampa­do a mano sobre seda porque son fáci­les de utilizar, pero su poca resistencia al desteñido limita su uso; este problema se puede superar revistiendo la pieza terminada con un protector de la luz ultravioleta.
Tintes directos.
Estos tintes colo­rean la celulosa sin necesidad de nin­gún tratamiento previo o de mordientes. Esto los convierte en uno de los tintes más fáciles de utilizar en los teji­dos de celulosa. También se los conoce como tintes de aplicado porque se apli­can directamente a la celulosa, pero no reaccionan químicamente con ella. Los tintes directos son baratos y se encuen­tran en una amplia gama de colores que se pueden mezclar entre ellos. Se usan principalmente para teñir telas de algo­dón, aunque también se pueden utilizar para teñir sedas y a menudo se emplean para producir el fondo del estampado por corrosión. La desventaja es que se destiñe con facilidad con el lavado o al estar ex­puesto a la luz y recientemente se ha reducido la gama a los colores más sóli­dos. Se utilizan raramente para estam­par, habiendo sido sustituidos por los tintes reactivos que ofrecen mejor re­sistencia y tiempo de procesado.
Los tintes directos se han de aplicar a temperaturas entre 85-90 °C, lo que no los hace apropiados para el batik, ya que esta temperatura haría que la cera que se utiliza en el proceso se fundiera. Es necesario añadir sal, sal común (cloruro sódico) o sal de Glauber (sulfato sódico), para que el tinte coja bien. Si lo que se va a teñir es lana o seda, se sustituye la sal por ácido acético.
Tintes dispersos.
Los tintes dispersos se desarrollaron du­rante los años veinte para teñir las nuevas fibras sintéticas que no se colorea­ban con los tintes tradicionales. Se utili­zan prácticamente sólo para el teñido de sintéticos y subliman pasando de esta­do sólido a vapor con la aplicación de ca­lor, cosa que permite teñir el tejido sin utilizar agua. Se han desarrollado en forma de polvo, en for­ma de pasta/líquido y también en tintas y lápices para usos artesanos.
Actualmente muchos tejidos intere­santes están hechos de mezclas de fibras sintéticas y fibras naturales como lana o algodón. Estos se pueden colorear con una mezcla de tintes dispersos y otros tintes, utilizando el agotamiento de tinte, siempre que se use un agente junto con el tinte. Los tintes sólo son absorbidos por las fibras a altas temperaturas (90-100 °C), por lo que se ha de tener especial cuidado cuando se tiñen mezclas de lana y poliéster ya que la lana se apelmazará si se trata sin cuida­do a altas temperaturas. El agente se ha de aplicar en una habitación bien ventilada puesto que a menudo se desprenden vapores al utilizarlos.
Pigmentos.
Son insolubles al agua, pero se pueden aplicar a todo tipo de te­jidos junto con una resma, emulsión o dispersión. Se utilizan principalmente para estampar, pintar a mano o estarcir telas y se pueden en­contrar tanto en forma concentrada, que se puede utilizar para colorear varios aglutinantes, o ya mezclados con una base para ser utilizados como pintura para tejidos. Es posible conseguir efec­tos especiales con pigmentos sensibles al calor y la luz o metalizados perlados (una gama de metalizados que tiene un acabado perlado).
Tintes reactivos.
Son los más utiliza­dos por los artistas/diseñadores, ya que se pueden emplear para colorear una amplia gama de clases de fibra sin nece­sidad de maquinaria especializa­da para su fijación.
Toman su nom­bre por reaccionar químicamente con las moléculas de la fibra para formar una adhesión covalente con el tinte. Este vínculo entre tin­te y fibra proporciona buenas cualidades de resistencia al lavado y a la luz. Fue comercializa­do por primera vez por ICI en 1956, con el nombre de Procion, y se ideó para teñir celulosas, aunque algu­nos tipos son apropiados para seda, la­nas y varias mezclas de fibras. Unos son menos reactivos y apropiados para pintar y estampar sobre tejido, otros son más apropiados para teñir. La mayoría se pueden utili­zar en frío para teñido de batik.
El teñido se lleva a cabo siguiendo tres pasos: absorción de los tintes en la tela, fijación de estos tintes en la tela y lavado de los tintes sobrantes no fijados. Necesitan dos auxiliares, el primero es la sal, que puede ser cloruro sódico o sal de Glauber (algunos tintes azules y verdes darán mejor resultado si se utiliza esta última). La sal actúa como electrolito, reduce la solubilidad del tin­te. Esto provoca que las moléculas del tinte se muevan alrededor y busquen los puntos apropiados para unirse. Controlando la disolución de tinte así, se creará una tintada uniforme pues el tinte se ab­sorbe por las fibras a velocidad constante. El segundo auxiliar es un álcali, normalmente car­bonato sódico. Este aumenta el ph del baño de tinte lo que permite al tin­te reaccionar con las moléculas de la fibra y fijarse al tejido. La cantidad de sal o álcali depende del tono; los colores pálidos reque­rirán menos que los más oscuros.
Los tin­tes reactivos en polvo pueden causar reacciones alérgicas respiratorias. Es importante utilizar una mascarilla respiratoria antipolvo mientras se manipulan. Mu­chos tintes se venden en forma granular o líquida para evitar este problema.
Tintes de tina.
Se usan para colorear celulosa y poco en lana ya que las condi­ciones alcalinas que requieren estropean las proteínas. Son insolubles en agua y se ne­cesita hacerlos solubles antes de teñir. Utilizando una solución alcalina de sosa cáustica e hidrosulfato sódico, por una reducción química, se convierte el tinte en soluble al álcali (esta solución puede tener un color distinto del color del teñido final). Así el tinte penetra en las fibras y una vez absorbido, se expone al aire para oxidarlo de nuevo a su estado indi­soluble. En este punto queda perma­nentemente fijado en el tejido.
El índigo es un tinte natural de tina utilizado durante siglos para teñir los tejidos. El índigo originalmente se sacaba de las plantas, pero hoy en día se utiliza índigo sintético para los tintes de tina. Los procedimientos de te­ñido son complejos y laboriosos, pero los efectos que se pueden conseguir con el teñido atado y el estampado por reserva compensan el esfuerzo. El índigo fue el primer tin­te de tina que se sintetizó, pero actualmente se halla una amplia gama fabricada por diversas marcas.

TINTES DOMÉSTICOS MULTIUSO O DE UNIÓN
Se pueden adquirir en varias formas. Unos son para teñir con agua caliente y se pueden aplicar en la lavadora, mientras otros son para usar en agua fría. Son fáciles de utilizar y tiñen la mayoría de los tejidos pues contienen un combi­nado de tipos de tinte pero esto es también su desventaja, ya que se desperdicia bastante tinte al ser este rechazado por las fi­bras. Es difícil ob­tener colores oscuros e intensos, pero son muy prácticos para tonos de grados pá­lidos o intermedios o en las técnicas de estampado por reserva.

TINTES PARA EL PINTADO A MANO
Algunas empresas producen sistemas de teñido para pintado manual. Suelen ser ácidos, básicos o reactivos y se presentan en soluciones de fácil uso. Unos se disuelven en alcohol, otros en agua, y otros se venden en polvo. Se encuentran en tiendas de productos artísticos, y aunque se venden para pintar sedas a mano, se pueden diluir para teñir algodón o tejidos de seda. Existen sistemas con métodos distintos para uti­lizar y fijar, por lo que se recomienda se­guir las instrucciones del fabricante.
Las pinturas basadas en pigmentos se encuentran en muchos colores, incluyen­do fluorescentes y metálicos. Están combinados con aglutinantes de diversa vis­cosidad y suavidad. Se fijan con calor, normalmente un secador de pelo o una plancha.

TINTES NATURALES
Fueron los únicos dis­ponibles hasta descubrirse los sintéticos a mediados del XIX. Se obtienen de vegetales, animales o minerales y toman su nombre del elemento del que proceden.
Uno de los tintes animales más anti­guos fue el Púrpura de Tiria (extraído de un crustáceo), utilizado por los fenicios entre el 2000 y el 1000 a.C. Tintes rojos brillantes se extraen de los cuer­pos secos de diversos insectos, entre ellos la cochinilla. El tinte índigo se encuentra en la forma química del índican en gran variedad de plantas cultivadas en todo el mundo. De las raíces de la planta rubia (Rubia tinctoria) se obtienen rojos resistentes, para fijarse necesita del mordiente alum­bre, su elemento tintóreo rojo se conoce como alizarin. También se extraen tintes a partir de la madera de diversos árboles. El palo del Brasil, que se obtiene del corazón del ár­bol Haematoxylon campecianum, origina­rio de Sudamérica, produce una gama de colores que va desde el azul, el violeta, el gris y el púrpura hasta el negro, depen­diendo del mordiente que se utilice.
Otras plantas y líquenes producen amarillos, naranjas, rosas, verdes, ma­rrones y negros. Los amarillos se pueden obtener de la gualda (Reseda tuteo­la), falso azafrán (Carthamus tinctorius), azafrán (Crocus sativus), cúrcuma (Cúr­cuma longa o C. tinctoria) y pistacho (Morus tinctoria o Chlorophora tinctoria). Los tintes naranja se pueden obtener del diente de león (Sambucas ebulus), la ce­bolla (Allium cepa), el achiote y la sangui­naria (Sanguinaria canadensis). Los rosas y los verdes provienen de las hojas y las bayas de la zarzamora (Rubus fruticosa) y de la grosella (Ribes nigrum); y los ma­rrón/negros se pueden obtener de las nueces (Juglans nigra), del té (Camellia sinensis) y de los iris (Iris pseudacorus).
Los tintes de esta sección son apro­piados para colores de base y para es­tampar con técnicas de reserva; la mayoría de los tintes, sin embargo, no se pueden utilizar para el estilo de estampado directo. Los tintes naturales se pueden utilizar para teñir cualquier fibra orgánica, pero los tintes y los sistemas varían según sean para celulosa o proteínas. La mayoría de los tintes naturales no son apropiados para las fibras sintéti­cas. Al igual que con los tintes sintéti­cos, los tintes naturales se pueden clasi­ficar como de tipo sólidos y fugitivos.
Existen pocos tintes sustantivos na­turales (la mayoría serán atraídos por las fibras sólo con la ayuda de mordientes) y estos se comportarán de manera dife­rente con las fibras de celulosa o de pro­teínas. Habitualmente se aplican hirvien­do en agua el material de tinte junto con las fibras durante un período de tiempo.
Mordientes para tintes naturales.
Muchos tintes naturales se conocen como tintes adjetivos, lo que significa que necesitan la presencia de un mor­diente para fijarse en las fibras del tejido. El término mordiente se aplica general­mente a sales metálicas, pero también se puede utilizar para describir cualquier sustancia que se fija en una fibra para permitir el teñido. Las distintas clases de mordientes suelen dar como resultado diferentes colores aún a partir del mismo tinte natural.
Azufre.
Es el mordiente más común y se ha ve­nido usando desde la antigüedad. Se ob­tiene del sulfato de aluminio o del sulfa­to alumínico potásico. Cuando se usa combinado con crema de sarro (tartrato ácido de potasio), el azufre ayuda a re­ducir la cantidad de mordiente necesaria para la fijación e ilumina e iguala el color final en el tejido.
Cromo.
Este mordiente hoy en día se emplea principalmente en el teñido del algodón. Sin embargo, su uso esta muy limitado debido a las consecuencias medioam­bientales nocivas de su deshecho y por­que muchas personas son sensibles a él; si se utiliza en tejidos, cualquier partícula no fijada permanentemente a los tintes o fibras puede causar una reacción alérgica de la piel. Utilizando cromo junto con áci­do fórmico, sin embargo, se evitan prác­ticamente estos efectos alérgicos, a la vez que se aumentan sus propiedades de resistencia a la decoloración. Los mor­dientes de cromo más comunes son bi­cromato potásico o dicromato potásico o sódico. Estos mordientes son sensibles a la luz y se han de conservar en recipien­tes oscuros.
Cobre.
El cobre se usa poco en el teñido case­ro, pero la industria lo ha utilizado du­rante siglos como mordiente. Origina­riamente se usaba en forma de verdín, un acetato de cobre básico. El sulfato de cobre, a veces conocido como azul vitriolo, también se puede utilizar. Es venenoso y se tiene que manipular con cuidado. La adición de ácido acético en el baño reducirá la cantidad de cobre necesaria y aumentará la solidez del teñido.
Hierro.
Este fue uno de los primeros mordien­tes que se descubrieron. Quizás el ha­llazgo fue accidental, ya que las sales de hierro presentes en el agua que se utili­zaba para teñir los tejidos podrían haber alterado el color final. El hierro se usaba normalmente para producir negros y gri­ses en combinación con taninos extraí­dos de las cortezas de los árboles y de las nueces, pero en la actualidad se utili­za como mordiente posterior con el ob­jetivo de entristecer (bajar el tono/oscurecer) el color de un tinte. La manera más fácil de utilizarlo es como sulfato de hierro, un polvo verde cristalino, también conocido como cobreras o vitriolo verde a causa de su color.
Ácido tánico.
El ácido tánico actúa como mordiente en las fibras de celulosa o como fijador en combinación con otros mordientes. Se obtenía originariamente en su forma natural de muchas fuentes vegetales como el sumac, las agallas del roble y ciertos frutos, pero actualmente se pue­de encontrar en su forma pura como polvo. Al contrario de las formas natura­les, que requieren un largo hervido para extraer el ácido, este polvo se disuelve simplemente en el agua. El ácido tánico en combinación con sales ferrosas pro­duce un color marrón/negro. El matiz de este color dependerá de la cantidad de hierro que esté presente y de la pureza de las sustancias tánicas.
Estaño.

Se emplea principalmente como agente modificante de otros mordientes hacia el final del proceso de teñido e intensifi­ca y abrillanta el color del tejido. Gene­ralmente se obtiene del cloruro de esta­ño, los cristales de estaño u otras sales de estaño Es venenoso e irritante, por lo que debe manipularse con cuidado. Si se utiliza con el tinte de la cochinilla, pro­duce un color escarlata brillante.


Manchas. Consejos de la abuela.


Tendederos en el Manzanares (Madrid)

Las manchas hay que limpiarlas rápidamente pues si se deja pasar demasiado tiempo, la sustancia se incrusta, se adhiere fijamente e incluso forma una combinación química indisoluble con las fibras.
Los ingredientes necesarios para quitar manchas suelen encontrarse en los hogares. En general se puede decir que:
-Las manchas de sustancias proteicas (salsas, huevos, sangre, cacao, leche condensada, nata y otros) se limpian con agua fría.
-Las manchas de grasa se limpian con agua muy caliente.
-Las manchas de polvo se limpian con agua a cualquier temperatura.
-Muchas manchas, especialmente las de fruta, pueden quitarse con suero de mantequilla, jabón en bloque o con el blanqueo producido por la luz solar.
-Para las manchas en tejidos de colores y de lana, disolver y lavar. La duración del remojo en el suero de mantequilla debe calcularse según la intensidad del color de las manchas. Después lavar con un detergente a base de jabón.
Detergentes: Las castañas son un detergente ideal para los tejidos de lana oscura. Las castañas de indias se cortan en ro­dajas, se secan y se conservan en bolsitas de lino, mejor en la despensa, colgadas de un gancho. Me acuerdo de que mi madre estuvo tres años sin quitarse la ropa negra. Primero, murió mi padre, con 39 años; luego, mi abuela, y, un año después, mi abuelo. La ropa oscura, después de llevarla tanto tiempo, adquiere un tono gris. Así que la lavé con castañas y adquirió un maravilloso color negro. Hoy día, hay muchas mujeres ahorradoras que deshacen un tejido de lana bueno y lo vuelven a tejer. En este caso, debería lavarse igualmente con castañas. Estas se dejan en agua fría durante la noche y por la mañana se ponen a hervir.
Los tejidos y los jerseys oscuros se lavan en agua templada con extracto de castañas espumoso, pero no hay que añadir jabón ni detergente. A menudo, hay que volver a enjuagarlos, porque el agua sigue echando espuma. Seguramente, se alegrarán de poder lavar sus tejidos de lana o jerseys oscuros de forma biológica.
Limpieza de ropa: Con demasiada frecuencia se llevan las prendas a la tintorería. Cuando no hay que quitar ninguna mancha, la ropa se cepilla vigorosamente con una solución de alcohol o, en el caso de colores oscuros, de amoníaco, y se deja secar al aire libre, si es posible. A 1/4 de litro de agua le corresponde una cucharada de alcohol.
Quitamanchas: Se humedece bien la mancha con zumo de limón, se enjuaga con agua limpia y a continuación se frota con jabón blando. Se deja que el jabón actúe un rato y se lava con agua caliente. Generalmente, se pueden eliminar incluso las manchas de tinta y rotulador.


Manchas de la A a la Z
Aceite de máquina: Mojar con amoníaco y lavar en agua jabonosa templada.
Acuarela: lavar con agua templada.
Cortinas amarillentas: Añadir un puñado de sal al agua jabonosa; en telas sintéticas el resultado no es tan bueno. Para la ropa, dejarla en remojo en suero de mantequilla durante unos días, después aclarar bien y lavar con un detergente a base de jabón.
Azúcar: Agua templada o muy caliente.
Alquitrán: El alquitrán se puede eliminar fácilmente con un poco de margarina o mantequilla.
Betún: Disolver con aguarrás natural y a continuación lavar con agua jabonosa.
Bolígrafo y rotulador: Mojar las manchas con un paño empapado en zumo de limón o alcohol de alta graduación (80-90%). Durante el tratamiento, absorber la tinta desprendida con un pañuelo de papel.
Brillos de roces: Cepillar con agua y vinagre.
Café: En algodón y lino poner agua jabonosa muy caliente sobre la mancha, a continuación aclarar con agua fría.
Cera de vela: Quitar la cera que se pueda doblando varias veces la tela encerada; a continuación colocar una hoja de papel secante o de seda sobre la mancha y plancharla, cambiando el papel secante varias veces de posición, hasta absorber toda la cera. Si todavía hace falta, lavar con un detergente a base de jabón o quitar posibles residuos de lavado con alcohol.
Cerveza: Lavar todos los tejidos con agua templada.
Chamuscados de algodón y lino: Colocar unas rodajas gruesas de cebolla cruda sobre el lugar quemado. Dejar que actúen de 10 a 20 minutos y a continuación lavar la prenda. En prendas de lana, seda u otros tejidos delicados, aplicar unas gotas de zumo de cebolla y, tras dejarlas actuar un tiempo, aclarar.
Chocolate: Agua templada.
Espinacas: Frotar con la superficie cortada de una patata cruda, lavar en agua jabonosa y aclarar bien.
Fruta: Poner unas gotas de limón o vinagre, a continuación aclarar con agua clara y —si todavía hace falta— lavar con agua jabonosa templada. Para naranja reciente, lavar con agua fría; en seda, lana y otros tejidos delicados humedecer ligeramente con glicerina, dejar actuar y aclarar a fondo con agua caliente para no dejar restos de glicerina en el tejido.
Grasa: Si se les aplica levadura en polvo y se deja actuar media hora, generalmente desaparecen después cepillándolas. Lavar los tejidos blancos de algodón o lino con agua jabonosa templada o mojar la mancha ligeramente con un paño empapado en alcohol con un poco de sal común; tras dejarlo unos minutos para que actúe, lavar.
Hierba: Disolver una pizca de estannato en 1/2 litro de agua de lluvia. Con esta disolución se frotan las manchas. A continuación, se aclara con agua muy limpia. En algodón y ropa blanca, frotar con agua muy caliente y a continuación lavar con detergente a base de jabón.
Hollín: ¡No restregarlo nunca! Primero soplar para que vuelen las partículas de hollín que no están adheridas fijamente. Luego poner una capa gruesa de sal sobre el resto de hollín, dejar actuar y sacudir; a continuación lavar con un detergente a base de jabón.
Huevo: Las manchas recientes se lavan enseguida con agua fría. No se debe emplear nunca agua caliente, ya que el calor fija la albúmina en el tejido. Las manchas de yema se lavan con agua jabonosa templada, el resultado mejora si la prenda se pone antes en remojo.
Leche: Lávese con agua fría o jabonosa templada; también se puede mojar con un paño empapado de amoniaco ¡En ningún caso se usará agua muy caliente! (véase huevo).
Lejía: Agua muy caliente. En tejidos de color y delicados (lana, seda), se mojan las manchas con agua y con un paño empapado en agua con vinagre.
Mantequilla: Se lava la mancha con agua jabonosa templada. En telas delicadas, se quita con amoniaco.
Moho: Se pone el tejido en remojo en leche acida durante unos días; a continuación se lava con un detergente a base de jabón. Para algodón y lino claros se cubre la mancha con una pasta hecha con tiza, jabón y agua. Se deja que actúe y a continuación se lava bien. También pueden dejarse las prendas manchadas en leche ácida durante dos o cuatro horas; a continuación se hierven brevemente en agua jabonosa.
Orina: Se lava con agua jabonosa o se emplea amoniaco diluido.
Óxido: En telas claras se ponen unas gotas de limón hasta que la mancha haya desaparecido; a continuación se aclara bien. También pueden ponerse gotas de limón en la mancha y extender la tela sobre vapor de agua; a continuación se lava. Una alternativa es remojar la tela en agua con un poco de glicerina y lavarla luego con un detergente a base de jabón.
Quemaduras: Se aplican enseguida unas gotas de agua con vinagre o zumo de limón; se deja que actúe durante unas horas y, a continuación, se aclara bien con agua limpia. También pueden mojarse las manchas con agua, poner sal y dejar que se blanquee al sol.
Sangre: Se dejan las prendas en una solución de carbonato sódico; a continuación se lavan en agua jabonosa. Una alternativa consiste en mojar la mancha con agua, aplicar jabón en taco, dejar que se blanquee al sol y a continuación lavar con un detergente a base de jabón. Atención: las manchas de sangre todavía recientes pueden mojarse con agua y absorberse con un pañuelo de papel (debe repetirse varias veces).
Sudor: Se pone la tela en remojo en agua con vinagre; a continuación se lava con un detergente a base de jabón. Para el olor a sudor se añade un vaso de vinagre al agua del último aclarado en la lavadora.
: Por lo general, basta agua muy caliente, pero es preferible tratar las telas muy delicadas con agua jabonosa templada.
Tinta: Los paños y las prendas de ropa se meten en leche fría y a continuación se enjuagan. Para la lana o el algodón es muy eficaz el zumo de limón.
Tinta reciente: Se cubre con una capa gruesa de sal común; se sacude y se trata con alcohol o vinagre, y se aclara bien.
Vino tinto reciente: Se pone mucha sal y se deja que actúe; se sacude y se aclara, o se lava con un detergente a base de jabón. Si la mancha está seca, se moja con agua, se frota con jabón en taco y se deja que penetre. Se blanquea al sol sin dejar que se seque, volviendo a mojarla de vez en cuando.
Vino blanco: se lava en agua jabonosa templada.
Yodo: Se moja la mancha un poco, se frota con la superficie cortada de una patata cruda (primero la mancha se pone más oscura) y se aclara con agua fría; se repite hasta que la mancha haya desaparecido. A continuación se lava con agua jabo­nosa y se aclara bien.
Yogur reciente: Se lava con agua templada. Si está incrustado, se quita con un cepillo lo que se pueda y a continuación se lava la mancha en agua jabonosa templada.
Zumo de fruta: Si la mancha todavía es reciente se moja con agua caliente o se pone sal y se sacude. A las manchas de fruta de más tiempo se les echa agua hirviendo. También se pone un poco de sal, que se disuelve, se aplica jabón en taco y se blanquea al sol. La lana y otros tejidos delicados deben tratarse con amoniaco diluido.

Varios.
Planchar blusas de seda: Las blusas de seda lavadas y secas se envuelven en un paño humedecido en agua caliente y bien escurrido. Después de un cuarto de hora, se puede planchar ya la blusa fácilmente y sin dificultad.
Polilla: Si ha habido ya polillas en el ropero, se pinta bien con trementina, sobre todo las esquinas. La lavanda seca, colocada en bolsitas de tela entre la ropa de lana y de invierno, evita un nuevo ataque de polillas.
Reciclaje de lana deshecha: La lana deshecha se enrolla en el respaldo de una silla y se forman madejas. A continuación, se lava y se tiende. Se cuelga la madeja con un hilo arriba en la cuerda y abajo se pone un peso pequeño, o un objeto pequeño, que se ate a la madeja con un hilo de lana. Así se estira la lana y se puede utilizar otra vez como si fuera nueva. Se consigue un punto claro.

EJERCICIOS A PRESENTAR

-Realizar un muestrario con las fichas de los tintes naturales realizados. Se valorará la correcta inclusión en las mismas de las composiciones detalladas de colorantes y demás productos químicos utilizados, así como del proceso seguido. En las fichas se incluirán muestras de los colores obtenidos y cuando se estime necesario de las fibras originales. -En dicho muestrario se irán añadiendo fichas con todos los tintes que se vayan realizando a lo largo del curso.
El muestrario se presentará en una caja. Las fichas serán de cartulina fuerte y tamaño DINA 7.

2 TINTADOS

GENERALIDADES

Programa.
OBJETIVOS:
-Practicar diferentes procesos de tintado.
-Experimentar teñidos por degradación.
-Experimentar con reservas, atendiendo a sus aplicaciones.
-Utilizar la técnica del batik.
-Utilizar adecuadamente los productos químicos.
CONTENIDOS:
1. Tintado de fibras e hilaturas: uniforme, degradación, reservas.
2. Tintado de telas: uniforme, degradación, reservas.
3. Batik.
DURACIÓN:
50 horas.
ACTIVIDADES:
-Teñido uniforme: hilo en madeja y tejido.
-Teñido por degradación: hilo en madeja y tejido.
-Teñido por reserva: hilo en madeja y tejido.
-Realización de un batik.
Necesario diseño para batik. (Dibujo artístico).
CRITERIOS DE EVALUACIÓN:
-Valorar las posibilidades plásticas del tintado en si mismo y relacionado con otras técnicas.
-Saber aplicar correctamente los procesos de tintado en fibras, hilaturas y tejidos.
-Realizar un batik dominando las distintas fases de su ejecución.
-Tomar las debidas precauciones en la utilización de productos químicos peligrosos.
Refranes.
-Mi tela enverdesada, mas no por peine pasada.
Emberdesada, ¿será del anticuado enverdir, teñir de verde?
-El tintorero, del agua hace dinero.
-Quien se tiñe la barba sólo a sí se engaña.
Diccionario Real Academia.
teñir. (Del lat. tingere) tr. Dar a una cosa un color distinto del que tenía. Ú. t. c. prnl. 2. fíg. Imbuir de una opinión, especie o afecto. 3. Pint. Rebajar o apagar un color con otros más obscuros.
tinte. (De tintar.) m. Acción y efecto de teñir. 2. Color con que se tiñe. 3. Casa, tienda o paraje donde se limpian o tiñen telas, ropas y otras cosas. 4. V. palomilla, retama, de tintes. 5. fíg. Artificio mañoso con que se da diverso color a las cosas no materiales, o se las desfigura.
Simbología. Azafrán.
Fibra colorante que posee un agradable aroma y ate­sora una reconocida fama como dispensadora de buena suerte, por lo que es recomen­dable tener un poco en casa. En La Mancha se le considera un po­deroso afrodisíaco. En el Levante español las brujas solían frotar­se un poco de azafrán mojado entre las manos para lograr ma­yor efectividad en sus ritos de curación.(***)
Púrpura.
Tinte de color rojo intenso utilizado desde la Antigüedad como símbolo de poder y dignidad de los soberanos y sumos sacerdotes. Su uso fue adoptado por los emperadores roma­nos, que añadieron a dichos significados los de lujo y riqueza (conseguir tintes púr­puras resultaba extremadamente caro; se dice que algunas telas púrpuras llegaron a valer su peso, literalmente, en oro).
En el Imperio romano la púrpura se re­servó a la casa imperial y a los miembros de la nobleza. Con el tiempo, la púrpura fue utilizada en las vestimentas de los cardena­les de la Iglesia católica, los llamados príncipes de la Iglesia, hasta el punto de pasar a designar la adquisición de tal rango. Así, cuando el Papa otorga la púrpura representa el nombramiento de un nuevo cardenal, de ahí la expresión utilizada en el Vaticano: “fue elevado a la púrpura”. Tanto es así que incluso a los cardenales se les designa como los purpurados, en alusión clara al color rojo escarlata de sus vestimentas, interpretado como símbolo de pertenencia al Papa y de su disposición a defender a la Iglesia incluso con el derramamiento de su sangre.(****)
Tapa.
Término que, en Oceanía, designa un tejido vegetal (siapo, en lengua polinesia), fabricado por las mujeres a partir de la corteza del moral. Se puede ornamentar de tres formas:
-Tiñéndolo de un solo color (rojo o negro).
-Tiñéndolo con motivos geométricos que pueden dibujarse a mano.
-Por estampación.
Los pigmentos y los colores empleados no son muy numerosos:
-Amarillo: hojas de azafrán.
-Rojo: semillas de la baya de un tipo de arbusto.
-Blanco: conchas calcinadas.
-Más raros a causa de su origen mineral, y más apreciados, son el verde, el azul y el negro.
Los pigmentos se diluyen en agua o en líquidos aglutinantes; para fabricar el pincel es suficiente una varilla con el borde desbrozado. Para la decoración estampada se utiliza una matriz o un tampón estampado en tintura parda; la matriz puede fabricarse con un trozo de madera o una hoja a la que se cosen nervios de palmera y fibras trenzadas. Está más extendido el uso de los tampones, que consisten en unas menudas tablillas de madera que llevan motivos geométricos grabados en relieve.
Cada isla se distingue por algún rasgo típico: la disposición alterna de bandas decoradas y pintadas; la diversificación de los motivos, de los trenzados o las espigas diagonales. Los más bellos tapas son los de Nueva Guinea y las islas de Hawai. Sirven como manteles, colchas, vestidos y decoración de viviendas. Algunas piezas de gran tamaño (varias docenas de metros de longitud) forman parte de los objetos que se intercambian en los circuitos ceremoniales.
Siguen fabricándose en Polinesia central (Tonga, Samoa). Se conservan ejemplares muy bellos en el museo y en el instituto de etnografía de Ginebra.
Hermenegildo Lanz.
Desde su boda con Sofía Duran, en 1924 en Azuaga, Badajoz, y con el fin de obsequiarla con elementos textiles a utilizar como espléndido vestuario u ornato, trabajó los "batik", sedas naturales teñidas de las que se conservan varios ejemplares. Unas se ornan con motivos florales, crisantemos, sobre un sol muy modernista, otros con elementos vegetales o animales, orlas y símbolos heráldicos propios de tejidos o cerámicas clásicas granadinas, combinan colores que suponen una interesante aportación a una técnica inusual en Granada. Las inquietudes del artista le permitieron realizar valiosas contribuciones a objetos de interés artístico, como el estuche que guardará el pergamino a Falla, o ser usados por su mujer como realce espléndido de su vestuario en ocasiones singulares, que provocaron extraordinaria admiración.
Vidas Lavadas. Arturo Pérez Reverte.
Pues resulta que estás comprándote unos téjanos, y vas y le dices al dependiente de toda la vida que dónde carajo están los de siempre, esos que ya vienen lavados pero son azul oscuro, porque sólo encuentras pantalones decolorados, tan lavados de origen que todos son azul clarito, desvaído, sosos, y en cuanto los pases un par de veces por la vida y por la lavadora se van a quedar hechos una mierda. Y el dependiente te dice que ya no hay. Y tú replicas que cómo cojones no va a haber si los ha habido siempre: téjanos, o sea, vaqueros, o sea, blue-jeans, que dicen algunos chorras. Iguales que esos que tiene ahí expuestos pero azul oscuro, como su propio nombre indica. Blú. Bluyins.
Pero el dependiente va y se rila de risa. Es que no te enteras, chaval. No te enteras porque los compras de año en año y eres un abuelo y un antiguo. Ahora la moda son los téjanos descoloridos, o sea, lavadísimos; y la marca y modelo que usas desde siempre, porque eres más de piñón fijo que un teniente chusquero de la Benemérita, ya no se fabrica sino muy así, como los ves Televés, porque si los hacen de un azul que parezca poco lavado, la gente es tan gilipollas que va y no los compra.
-Me estás vacilando. Paco.
-Te juro que no.
Y yo, que siempre me tiro el folio con eso de estar mirando, pero en realidad sólo miro la parte que me interesa ver, y del resto no me entero, echo un vistazo alrededor y compruebo que sí, anda, que mi primo tiene razón, que todos los fulanos y fulanas que llevan téjanos los usan muy lavados, muy descoloridos, y apenas se ven azules de verdad, nunca mejor dicho, azules de pata negra. Entonces, indignado, le digo al dependiente que no es lo mismo; que un pantalón tejano como il faut debe ser de origen oscuro, tener un solo lavado suave de fábrica para que luego no encoja, o no tener ninguno, e ir envejeciendo contigo, poco a poco.
-Esa concepción romántica de la indumentaria -me dice el dependiente, que leyó a Juan Benet- está obsoleta.
Obsoletas mis narices, respondo. Porque de otras cosas no tengo ni puta idea; pero de pantalones téjanos, colega, puedo escribir un libro que se llame Los téjanos y la madre que los parió. Me he pasado la vida dentro de unos téjanos, de acá para allá. He arrastrado téjanos por los suelos y los asfaltos espachurrados y los cristales y los escombros de todos los países donde había hijoputas con escopeta. Los he lavado hasta con jabón de tocador en cuartos de baño de hoteles de medio mundo. He desgastado sus rodilleras y fondillos rozándolos sobre la cubierta de un velero, y los he sentido secarse sobre mi cintura y mis piernas, endurecidos por la sal del agua de mar. Los más viejos entre la media docena que poseo tienen más mili que el Guerrero del Antifaz, están llenos de remiendos, y de zurcidos, y casi blancos de guerras y de sol y de mar y de salitre, y la navaja marinera con llave de grilletes que llevo en ellos se me cuela por los agujeros de sus bolsillos. Ese par en concreto se me cae tan a pedazos, de puro cochambroso, que es precisamente el que me pongo siempre al llegar a puerto, cuando bajo a cenar a tierra. Y aunque voy hecho un guarro y sin afeitar, me repeino todo para atrás con la raya alta, me pongo un polo azul limpio que también tiene más lavados que una sábana de hotel, unas zapatillas de tenis blancas y una chaqueta de marino que tengo con dos filas de botones dorados: mi chaqueta estupenda de Lord Jim, que uso para joder a mis cuñados, que son capitanes y marinos mercantes de verdad, de toda la vida.
O sea. Que mis téjanos son mis téjanos, porque me los he currado yo. Y exijo que los cabroncetes de fabricantes me dejen seguir haciéndolo. Vivimos en un tiempo en que, como ocurre con todos aquellos otros téjanos descoloridos y falsos, hasta la memoria nos la convierten en mercancía postiza, de diseño, artificialmente envejecida, empaquetada como un producto. Y así vivimos entre falsas pátinas, falsos bronces, falsas pieles, falsos pantalones téjanos. Somos tan capullos y tan cómodos que la vida también pretendemos comprarla hecha, vivida por otros, servida en una pantalla de televisión o un escaparate, antes que pateárnosla nosotros mismos. Pero unos pantalones téjanos raídos, como Dios manda, no están al alcance de cualquiera. Hace falta toda una vida para vivirlos y gastarlos, y ahí es donde está la gracia del asunto. Ninguna vida viene ya lavada de fábrica.
Historia de los tintes naturales.
La historia de los tintes naturales es paralela a la de la civilización. Hasta hace relativamente pocos años, la vestimenta y sus tejidos utilizaban complicados y muy costosos procedimientos para su coloración por lo que éstos se encarecían notablemente. No todas las clases sociales llevaban sus trajes teñidos, siendo muchos los que hacían sus ropas con los colores naturales de las fibras e hilos utilizados para tejerlos.
Desde tiempos inmemoriales los procedimientos de tinción eran conocidos por los profesionales, manteniendo éstos el secreto de las fórmulas que pasaban de padres a hijos solamente. Hace miles de años que se conocía la manera de aplicar los colores básicos -rojo, azul y amarillo- a las fibras textiles y a las telas, así como las materias mordientes para fijarlos. Quizá fue primero la lana y después el cáñamo, el lino, la seda o el algodón las fibras teñidas, pero después los pigmentos colorantes se aplicaron a todos los tejidos.
Posiblemente fueron los colorantes animales los primeros, como el múrex (para la púrpura) y la cochinilla (para el rojo), los que se aplicaron, más tarde, las plantas, ya que los primeros se agotaban cuando su recogida se incrementaba. Plantas como la gualda, el glasto, la granza y la indigofera fueron objeto de un intenso cultivo para atender la demanda de los tintoreros que no daban abasto para atender la creciente demanda de su clientela. De ello nos queda noticia en los clásicos, como Plinio, y otros muchos que nos hablan en sus escritos de algunas plantas utilizadas ya.
Mención aparte merecen los líquenes y los hongos que también han sido muy utilizados por los maestros tintoreros de todos los tiempos.De lo anteriormente explicado sobre la antigüedad de la aplicación de los tintes naturales se han encontrado ejemplos en el Antiguo Egipto, hace 6.000 años, en las vendas de las momias, teñidas de azul con la Índigofera o en marrón con las cáscaras de las nueces, para lo que se utilizaban ya mordientes como el carbón vegetal, el almagre, los orines, etc. para fijar los colores. Asiría, Babilonia, Palestina y Roma fueron otras civilizaciones que conocieron intensamente la aplicación de los tintes naturales.
PROCESOS
Taller de Tintorero.
Ollas y calderos: Los de porcelana, acero inoxidable y los antiguos de cobre son los más indicados para efectuar las tareas de tinción, ya que el efecto de los mordientes queda neutralizado, es decir, que el metal de los mismos no realiza acción química alguna con aquellos productos.
Los calderos u ollas de cobre, favorecen la reacción y reavivan los pigmentos de ciertos tintes.
Son preferibles aquellos recipientes provistos de un pico adecuado para verter los líquidos. Será mejor que tengan tapadera. Todos los recipientes se limpiarán de forma extremada.
Fuentes de calor: Cualquier fuente de calor es buena, dependiendo de la cantidad de líquido a calentar. En excavaciones realizadas en poblados de la antigüedad se han descubierto hornos a cielo abierto, que dan un buen resultado. Para un taller doméstico, un buen fuego de butano (por su fácil regulación y potencia) es el más indicado, sobre todo, si se utiliza un aro como los empleados para las paelleras.
Un fuego controlado al aire libre también dará buen resultado.
Agua: La calidad del agua empleada para la tinción tiene una gran importancia en el proceso, no se utilizarán aguas que no sean muy puras (la de lluvia es excelente pues las aguas de ciudad tienen muchos depósitos calcáreos y cloro). Esto es así para el lavado de las fibras o hilos a emplear, reflejándose también en las tareas de mordentado, teñido y aclarado. El grado de acidez (el pH) modifica los colores, siendo necesario a veces suavizar las aguas con vinagre. Es importante contar con una fuente de agua caliente, ya que facilita el lavado y aclarado de las madejas.
Otros utensilios:
-Balanzas (balanza de precisión para los produc­tos químicos, peso de cocina para la lana y las plantas).
-Medidas de litro.
-Un mortero para pulverizar las materias químicas.
-Un colador.
-Varillas agitadoras.
-Cucharas de madera.
-Cucharillas de café para verter los productos químicos.
-Pinzas de la ropa.
-Un termómetro blindado (hasta 100°C).
-Guantes de goma.
-Reloj avisador.
-Cubos (de distintos tamaños, de plástico o metal).
-Cuaderno de notas y bolígrafo.
-Tijeras de podar para desmenuzar las plantas.
-Un par de manoplas o trapos viejos para no quemarse las manos al retirar las calderas del fuego.
-Cuerdas para atar las madejas antes de sumergirlas en los baños.
-Tazones de cerámica de distintos tamaños para preparar los mordientes.
Preparaciones previas al teñido.
Antes de sumergir las madejas en los baños es muy conveniente atarlas, aparte de con la cuenda, con otros tres o cuatro atados dejándolos flojos para no impedir el paso del tinte, así se evita perder tiempo para desenredar los hilos.
Conviene observar las reglas siguientes:
-Evitar la aparición de burbujas durante la cocción, quitando potencia a la fuente de calor. Las burbujas indican que se pasa de la temperatura de 90°.
-Huir de fuertes altibajos de temperatura y procurar introducir las madejas en las calderas cuando los baños de mordentado o tinte estén tibios, aumentando posteriormente la temperatura.
-Hay que esperar y mantener las madejas en sus baños hasta que se enfríen; nunca se ha de actuar con precipitación e impaciencia.
(Algunas recetas incluyen solu­ciones cáusticas, en cuya preparación se debe extremar la precaución. Siempre se añadirá el ácido/álcali al agua, nunca agua al ácido/álcali, ya que la reacción resultante produciría vapores que irían a la cara. Es recomendable usar gafas protectoras, guantes de goma y ropas de protección apropiadas (un delantal largo de plástico o un mono). Las soluciones cáusticas pueden causar quemaduras graves. Será necesario utilizar mascarilla al manipular o pe­sar polvos de tinte y productos químicos).

Algodón y otras fibras de celulosa.
Para suprimir el apresto sumergir el tejido durante unas horas en agua fría (con lo que desaparecerán la mayoría de las sustancias), después hervir el tejido durante 30 minutos en una solución de agua descalcificada, carbonato sódico (sosa) y un detergente de pH neutro; utilizar 5 g de carbonato sódico y 2 g de detergente por cada litro de agua. Después enjuagar el tejido antes de teñir. Si se va a estampar, se secará y plan­chará antes.
Se puede blanquear el tejido ya desengrasa­do con una solución en frío de lejía do­méstica (que contenga 4% de hi­poclorito sódico). Esta se debe emplear en una proporción de 10 ml de lejía por 1 litro de agua. Sumergir el tejido en esta so­lución durante 30-35 minutos y a continua­ción enjuagar para sacarle la lejía. Hay que tratarlo con ácido acético (1 ml de áci­do acético, de una concentración del 20%, para 1 litro de agua) o un poco de vinagre blanco para neutralizar la alcalinidad antes del enjuagado final y el secado.
John Mercer descubrió la mercerización en 1844 y actualmente la mayoría de los tejidos de algodón reciben este tratamiento. Se basa en aplica­r un álcali fuerte que mejora la resistencia, el tacto del tejido y la penetra­ción del tinte. La mercerización requiere maquinaria in­dustrial, pero es posible caustificar un tejido con un equipo me­nos aparatoso. La caustificación mejorará enormemente la pe­netración del tinte.
Caustificación: hervir el algodón en una solución de 5 g de carbonato sódico por cada litro de agua durante 30 minutos, seguidamente retirar el tejido y añadir con cuidado la so­lución de 150 g de hidróxido sódico por li­tro. Sumergir de nuevo el tejido y hervirlo durante 15 minutos más. Sacar el tejido y se tratar con ácido acético o vinagre para neutralizar el álcali.

Lana y otros tejidos de pelo.
Estas fibras contienen aceites naturales y a no ser que se de­sengrasen no absorberán fá­cilmente los tintes. El desengrasado se lleva a cabo lavando delicadamente el tejido en una solución de 100 partes de agua tibia (40°C) por 1 parte de deter­gente de pH neutro. Evitar manipular el tejido con brusquedad y no usar agua dema­siado caliente pues estropea las fi­bras de la lana y las afieltra.
Para blanquear el tejido se puede utilizar una solución débil de peróxido de hidrógeno, que se puede comprar en las farmacias. Como alternativa, se puede tratar la lana sumer­giéndola en una solución del 2% de ácido fórmico (de una concentración del 85%) con un 5% del agente reductor C.1.2 (sulfoxilato de formaldehído sódico) y un 10% de sal de Glauber. Elevar lentamente la temperatura de la solu­ción hasta alcanzar los 90 °C y mantener durante 30-45 minutos, después en­juagar y se secar.

Seda.
Los tejidos de seda suelen estar li­bres de sustancias gomosas, pero las se­das salvajes pueden contener go­mas y aceites. La goma natural de la seda es la sericina, que se retira desen­gomando. Se ha de tratar a 95°C durante hora y media en una solución de 10 ml de jabón de aceite de oliva por litro de agua. Después enjuagar en agua tibia y fría antes de secar y planchar.
Algunas sedas se pueden blanquear del mismo modo que la lana, con una solu­ción de peróxido de hidrógeno, pero las sedas salvajes nunca se blanquearán has­ta alcanzar el color blanco puro. Si el tejido se ha desengomado pero está sucio, sólo requerirá un lavado ligero en agua tibia con un detergente neutral antes de teñirlo.

Fibras regeneradas y sintéticas.
La viscosa, el triacetato de celulosa, la poliamida y el poliéster, necesitan un simple lavado para retirar los lubricantes o aprestos que puedan contener. Tratar 30 minutos a 70°C en una solución de 15 ml de detergente y 20 g de carbonato sódico por litro de agua. Enjuagar y se secar.
El acrílico y el acetato de celulosa se lavan simplemente con un detergente neutro a 50ºC y se enjua­gan bien en agua tibia.
Componentes del teñido con vegetales.
Dentro del teñido incluimos:
-Teñido con partes de plantas y líquenes.
-Teñido con colorantes animales.
-Teñido con minerales.
Para el teñido vegetal de la lana se necesita conocer:
1. Plantas y líquenes del propio país y del extranjero.
2. Colorantes.
3. Productos químicos (para limpieza, mordentado y revelado).
4. Tipos de lana y pelo y sus propiedades.

1. Plantas.
Teñir con sustancias vegetales implica conocer plantas, arbus­tos y árboles del propio país. Un buen libro de Botánica ayudará a ello, proporcionando datos y ofreciendo información gráfica (dibujos y fotografías). En los libros de Bo­tánica, junto al nombre común de la planta, suele estar el nombre botánico en latín. Esta denomina­ción científica es universal. Se encontrarán, en muchos casos, iniciales o abreviaturas después del nombre de las plantas, se trata, en general, de la ini­cial L, de Linneo, e indica que fue Carolus Linneo (1707-1778) quien dio el nombre a la planta. Linneo escribió, en 1735, una clasifi­cación de las plantas por familias en su libro Systema Naturae. Muchos naturalistas han dado nombres a las plantas, por lo cual podemos encontrar otras iniciales y abreviaturas en las clasificaciones botánicas.
Los jardines botánicos constituyen una se­gunda fuente de conocimientos sobre plantas. En ellos, cada planta lleva una placa con el nombre y demás datos.
Las partes de la planta empleadas en el te­ñido son:
-Hojas: Con el pigmento verde de las ho­jas (clorofila) la planta recoge la energía que necesita para su metabolismo.
-Tallos: Sirven de asiento a las hojas. A través suyo pasan el agua y otras sustancias desde la raíz hasta las hojas.
-Flores: Su función es la re­producción. Se asientan sobre el peciolo y constan de cáliz, corona, estambres y pistilos.
-Raíz: Es la parte subterránea de la planta. Sirve para sostener la planta en la tierra, absorber agua y otras sustancias, y almacenarlas.
-Corteza: Es la capa externa de la parte leñosa de los vegetales.
-Madera de duramen: Se llama así a la madera del centro del ár­bol.
-Frutos: Resultado de la maduración del ova­rio fecundado. Los frutos pueden ser carno­sos ((tiene carne blanda ro­deando la semilla) y secos (se abren espontáneamente al madurar, esparciéndose de esta forma las semillas).
En las recetas se indican las partes de la planta a utilizar y el tiempo de recolección. Al recolectar plantas se tendrá en cuenta su aclimatación al suelo:
-Si el suelo es seco, las raíces crecerán a mayor profundidad.
-Si el suelo es duro, las raíces se harán más fuertes.
-En ambiente húmedo, la planta eliminará agua.
-En ambiente seco, la planta acumulará agua.
Cuando existen todas las condiciones para que se desarrolle una planta, ésta será abun­dante. Al recolectar exhaustivamente una planta escasa o rara en un lugar cualquiera, dejará de reproducirse y en poco tiempo desaparecerá. Debemos tener cuidado para no agotar una planta en un sitio determinado.
Como regla de oro para recoger plantas puede servir la siguiente: recolectar sólo una décima parte, para que los que vienen detrás también la encuentren.

2. Los colorantes.
Los colorantes vegetales que tiñen de:
-Amarillo: Casi todas las plantas autóctonas dan to­nos amarillos, verdes o marrones.
-Rojo: A ellos pertenece la rubia, el sándalo rojo, el palo de Pernambuco, la urchilla y la cochinilla.
-Azul: A ellos pertenecen el glasto, el palo campeche, el saúco y el arándano.
-Marrón: Véase el grupo de los que tiñen de ama­rillo
-Negro: El negro se obtiene de la combinación de rojo y azul. Hay plantas que dan gris muy oscuro (antes se obtenía el «negro de pobre» con corteza de aliso).
Estos colorantes se pueden aplicar como:
-Colorantes directos o sustantivos: Se adhieren directamente a la fibra textil sin necesidad de aditivo. La coloración se consigue durante un pro­ceso de cocción. A este grupo pertenecen, entre otros, la cascara de nuez, la agalla, el liquen y la urchi­lla,
-Colorantes con mordiente o adjetivos: Son arrastrados a la fibra mediante un adi­tivo. La coloración se consigue durante un pro­ceso de cocción. A este grupo pertenecen casi todos los colorantes vegetales.
-Colorantes a la tinta (después de un proceso de fermentación): Un colorante insoluble en agua se hace so­luble por reducción (eliminación de oxígeno). La fibra absorbe entonces por completo el co­lorante del baño (penetración), después de lo cual se expone al aire para que tenga lugar la oxidación. El color que se desarrolla durante el proceso de oxidación se une inseparable­mente a la fibra. A este grupo pertenece el índigo.
Los colorantes vegetales son inestables. Dos cantidades idénticas de una misma planta recogidas en distinto momento pueden dar tonos diferentes. Es conveniente anotar el lugar y momento de la recolección, adjuntando esta nota a cada muestra de lana teñida.
Los colorantes de las distintas bayas pue­den resultar muy atrayentes vistos en los fras­cos, pero la mayor parte de las veces tienen muy poca solidez.

3. Productos químicos.
No hay diferencia entre productos naturales y sustancias químicas. Todos los productos naturales están constitui­dos por sustancias químicas, y muchas de las sustancias que se obtienen por síntesis quí­mica aparecen en la Naturaleza. Lo que varía con frecuencia es el nombre. Para designar un compuesto químico, el droguero emplea un nombre diferente que el farmacéutico y ocurre a veces que el nombre vulgar es también distinto.
La lista siguiente incluye pro­ductos químicos empleados en el pretratamiento, el teñido y postratamiento de los tex­tiles.

Nombre vulgar: acético glacial
Nombre químico: ácido acético concentrado
Nombre latino: acidum aceticum concentratum

Fórmula química: CH3COOH o L2H4O2
Descripción: líquido transparente e incoloro con olor acre.
Observaciones: hay que manejarlo con mu­cho cuidado; el acético glacial tiene un 97 % de ácido metanocarboxílico, que produce ampollas en la piel.

Nombre vulgar: ácido clorhídrico
Nombre químico: ácido clorhídrico concen­trado (38 %)
Nombre latino: acidum hydrochloricum con­centratum

Fórmula química: HCl
Descripción: ácido fuerte de olor pene­trante. Se aplica en las recetas antiguas, unido a varillas de estaño, como mordiente.
Uso: los resultados son comparables al uso del cloruro de estaño que no es peli­groso.
Observaciones: es necesario manejarlo con mucho cuidado:
-el ácido clorhídrico concentrado tiene una concentración del 38 %;
-el ácido clorhídrico corriente tiene una concentración del 25 %;
-el ácido clorhídrico diluido tiene una concentración del 10 %.

Nombre vulgar: ácido oxálico
Nombre químico: ácido oxálico
Nombre latino: acidum oxalicum
Fórmula química: C2H2O42H2O
Descripción: cristales incoloros y transparen­tes. Es un producto orgánico natural. Las ho­jas de ruibarbo contienen mucho oxálico. El ruibarbo es muy venenoso.
Uso: como mordiente en tintorería para el co­lor rojo.
Observaciones: se disuelve fácilmente en agua.

Nombre vulgar: ácido sulfúrico
Nombre químico: ácido sulfúrico al 96 %
Nombre latino: acidum sulfuricum

Fórmula química: SO4H2
Descripción: líquido incoloro y transparente. El ácido sulfúrico es un ácido fuerte, que re­acciona violentamente con las bases.
Uso: se cita frecuentemente en las recetas an­tiguas como mordiente junto con sales metáli­cas.
Observaciones: el ácido sulfúrico ataca las ro­pas, la madera y los metales. Hay que tener mucho cuidado al manejarlo. Se debe verter sobre el agua muy lentamente.

Nombre vulgar: ácido tartárico
Nombre químico: ácido tartárico
Nombre latino: acidum tartaricum

Fórmula química: C2H2(OH)2(COOH)2 o C4H6O6
Descripción: cristales blancos o polvo crista­lino blanco. La solución acuosa es un ácido. En muchas recetas antiguas, el ácido tartárico se emplea junto con:
-alumbre,
-bicromato potásico,
-cloruro de estaño,
-sulfato de hierro.
Uso: es indispensable en las recetas de cochi­nilla.
Observaciones: el ácido tartárico se disuelve fácilmente en agua. El bitartrato potásico o crémor tártaro es menos soluble. El primero se disuelve en alcohol, el segundo no.

Nombre vulgar: alcohol de quemar
Nombre químico: alcohol metílico
Nombre latino: sporotus methylatus o alcohol methylatus

Descripción: líquido azul, fácilmente inflama­ble.
Uso: siempre que se necesite alcohol en una receta, se puede utilizar alcohol de quemar. Se puede utilizar también coñac, whisky, ginebra o vodka, aunque son mucho más caros.
Observaciones: espíritu es lo mismo que alco­hol. El espíritu desnaturalizado con alcohol metílico es el alcohol de quemar. No es de uso interno.

Nombre vulgar: alumbre
Nombre químico: sulfato alumínico potásico
Nombre latino: aluminii et kalli sulfes, alumen

Fórmula química: (SO4)2 AlK.12H2O)
Descripción: polvo granulado blanco o crista­les incoloros transparentes.
Cantidad usada: 10-30 g para 100 g de lana.
Observaciones: es el mordiente más antiguo y el más usado. Se disuelve bien en agua. Con él la lana se hace algo más dura y a veces más blanca.

Nombre vulgar: amoníaco
Nombre químico: amoníaco (10 %)
Nombre latino: ammonia

Fórmula química: NH4OH
Descripción: líquido incoloro de olor pene­trante.
Uso: véanse las recetas correspondientes.
Observaciones: sirve cualquier tipo de amo­níaco de uso doméstico.

Nombre vulgar: amoníaco concentrado
Nombre químico: amoníaco (25 %)
Nombre latino: ammonia fortior

Fórmula química: NH4OH
Descripción: líquido incoloro de olor pene­trante.
Observaciones: reacciona violentamente con los ácidos y ataca a los metales.

Nombre vulgar: bicarbonato sódico
Nombre químico: bicarbonato sódico
Nombre latino: matril bicarbonas o matril hydrogen carbonas
Fórmula química: NaHCO3
Descripción: polvo cristalino blanco. Esta sal es un producto intermedio en la ob­tención de sosa. Es soluble en agua.

Nombre vulgar: bicromato potásico
Nombre químico: bicromato potásico
Nombre latino: ralii bichromas

Fórmula química: Cr2O7K2
Descripción: cristales anaranjados o polvo cristalino de color amarillo anaranjado. La lana mordentada con esta sal tiene un tono verdoso, es más suave y torna coloraciones más oscuras.
Cantidad: 1-3 g para 100 g de lana.
Observaciones: la designación corriente en tintorería es la de bicromato potásico, pero la denominación correcta es dicromato potásico.

Nombre vulgar: carbonato de potasa
Nombre químico: carbonato potásico
Nombre latino: calii carbonas
Fórmula química: CO3K2
Descripción: gránulos o polvo de color blanco.
Uso: para determinados tonos se utiliza una solución de carbonato potásico como postratamiento.
Observaciones: en las recetas antiguas se citan las cenizas de abedul que, disueltas en agua, tienen el mismo efecto. En este caso, 100 g de cenizas de abedul equivalen a 3 o 4 g de car­bonato de potasa.

Nombre vulgar: cloruro de estaño
Nombre químico: cloruro de estaño
Fórmula química: SnCl22H2O
Descripción: cristales blancos. La lana mordentada con esta sal metálica es algo más dura y toma colores más claros.
Cantidad usada: 1-4 g para 100 g de lana.
Observaciones: consérvese en un recipiente bien cerrado y protegido de la humedad. Esta sustancia se disuelve rápidamente en agua, desprendiendo un fuerte olor y comuni­cando al agua un aspecto blanco lechoso.

Nombre vulgar: cola granulada, cola en perlas
Descripción: es la cola que se utilizaba antes en carpintería y ebanistería. En la actualidad ha sido sustituida por otros adhesivos y sólo se emplea en la construcción de órganos y or­ganillos y en encuadernación.
Uso: en las recetas que requieren el uso de gelatina, ésta puede sustituirse por cola con toda tranquilidad.
Observaciones: la cola antes se vendía siempre en hojas, actualmente tam­bién hay cola en perlas.

Nombre vulgar: crémor tártaro
Nombre químico: bitartrato potásico
Nombre latino: calii bitartras
Fórmula química: C2H2(OH)2COOK.COOH o C4H5O6K
Descripción: polvo cristalino blanco. El cré­mor tártaro se utiliza como mordiente en mu­chas recetas antiguas.
Observaciones: compárese con el ácido tartá­rico.

Nombre vulgar: esencia de vinagre
Nombre químico: ácido acético
Nombre latino: acidum aceticum

Fórmula química: C2H4O2
Descripción: líquido incoloro, transparente, con un característico olor acre.
Observaciones: ¡Cuidado! El ácido acético tiene un 30% de ácido metanocarboxílico que produce ampollas en la piel.

Nombre vulgar: greda
Nombre químico: carbonato cálcico.
Nombre latino: calcii carbonas.
Fórmula química: CO3Ca
Descripción: polvo blanco cristalino.
Uso: el carbonato cálcico se aplica en recetas de rubia.

Nombre vulgar: hidrosulfito
Nombre químico: hidrosulfito sódico, bisul­fito sódico o ditionito sódico

Fórmula química: S2O4Na2
Descripción: polvo blanco o gris claro de olor desagradable.
Uso: como reductor en el teñido con índigo.
Observaciones: ciérrese bien.

Nombre vulgar: jabón
Nombre químico: jabón
Descripción: el jabón es la combinación de un ácido graso y un álcali. Con la palabra jabón se designan hoy gran número de productos. En el comercio existen distintos productos detergentes para tratamiento de lana, algunos de ellos destinados especialmente a la lim­pieza de la lana de oveja engrasada.
Uso: una gota de detergente, o champú para el cabello, en cinco litros de agua para cada 100 gramos de lana.
Observaciones: la función del jabón es la de eliminar los últimos restos de grasa de las fi­bras de lana. Para esto basta con una pequeña cantidad. Es irrelevante la marca de jabón elegido. Lo que sí es esencial es que esté bien disuelto en el agua antes de introducir la lana en la solución. Por ello es más apropiado un jabón líquido.

Nombre vulgar: lejía de sosa
Nombre químico: solución de hidróxido só­dico.
Nombre latino: solutio natril hydroxydil

Fórmula química: NaOH
Descripción: líquido incoloro. La solución de hidróxido sódico (sosa cáus­tica) en agua es la lejía de sosa. La etiqueta comercial del recipiente debe indicar la concentración de la solución en porcentaje. Este dato es esencial. En las recetas antiguas se da la concentración en grados de la escala Baumé (°Be).
Uso: la cantidad necesaria depende de la con­centración de la solución.
Observaciones: manéjese con mucho cuidado.

Nombre vulgar: sal común
Nombre químico: cloruro sódico
Nombre latino: natrii chloridum

Fórmula química: NaCl
Descripción: polvo blanco cristalino o crista­les incoloros.
Uso: para la limpieza de la lana de oveja en­grasada.

Nombre vulgar: sal de Glauber
Nombre químico: sulfato sódico
Nombre latino: natrii sulfae decahydricus

Fórmula química: SO4Na2.10 H2O
Descripción: polvo cristalino blanco o crista­les transparentes incoloros.
Observaciones: la sal de Glauber se obtiene calentando sal común con ácido sulfúrico concentrado. El nombre proviene del farma­céutico alemán que la descubrió.

Nombre vulgar: sosa
Nombre químico: carbonato sódico decahidratado
Nombre latino: natril carbonas decahydricus

Fórmula química: CO3Na2.10H2O
Descripción: polvo cristalino blanco o crista­les incoloros transparentes. El carbonato sódico existe en la naturaleza en el mineral natrón. Hoy día se obtiene casi siempre por el método Solvay (nombre del químico belga que desarrolló el proceso 1838-1922). Se emplea en grandes cantida­des en la fabricación de jabones, papel y vi­drio.
Uso: en las recetas de teñido, una parte de sosa anhidra equivale a dos partes de sosa de uso doméstico.
Observaciones: compárese con la sosa anhi­dra.

Nombre vulgar: sosa anhidra
Nombre químico: carbonato sódico monohidratado
Nombre latino: natrii corbonas monoliydricus

Fórmula química: CO3Na2.H2O
Descripción: polvo blanco cristalino o crista­les incoloros.
Uso: en las recetas de teñido, dos partes de sosa de uso doméstico equivalen a una parte de sosa anhidra.
Observaciones: compárese con la sosa.

Nombre vulgar: sosa cáustica
Nombre químico: hidróxido sódico
Nombre latino: natrii hydroxydum

Fórmula química: NaOH
Descripción: gránulos o escamas incoloras, o casi incoloras, y traslúcidas.
Uso: el hidróxido sódico se añade al agua (sin revolver).
Observaciones: el hidróxido sódico se di­suelve en agua con gran desprendimiento de calor. Es una base fuerte. Se utiliza, por ejem­plo, en la obtención de jabones y colorantes.

Nombre vulgar: sulfato de cobre, vitriolo de cobre, vitriolo azul
Nombre químico: sulfato de cobre
Nombre latino: cupri sulfas
Fórmula química: SO4Cu.5H2O
Descripción: cristales azules transparentes o polvo cristalino azul.
Cantidad usada: 1-10 g para 100 g de lana.

Nombre vulgar: sulfato sódico anhidro
Nombre químico: sulfato sódico anhidro
Nombre latino: natrii sulfas anhydricus

Fórmula química: SO4Na2
Descripción: polvo blanco, inodoro, higroscó­pico.
Observaciones: se obtiene por desecación de la sal de Glauber.

Nombre vulgar: tanino
Nombre químico: ácido tánico
Nombre latino: acidum tannicum o taninum

Descripción: polvo gris amarillento.
Uso: como mordiente para el teñido de algo­dón.
Observaciones: sustancia frecuente en el reino vegetal, que tiene acción curtiente, por lo que se utiliza en la industria de curtidos. Hoy día se sustituye cada vez más la sustancia natural por la sintética.

Nombre vulgar: vinagre
Nombre químico: ácido acético diluido
Nombre latino: acidum aceticum dilutum

Fórmula química: C2H4O2
Descripción: líquido con un característico olor acre.
Uso: el vinagre de uso doméstico contiene casi un 6% de ácido metanocarboxílico y se utiliza en la proporción de una parte de vinagre por cada dos o tres partes de agua.

Nombre vulgar: vitriolo verde
Nombre químico: sulfato de hierro
Nombre latino: ferrosi sulfas
Fórmula química: SO4Fe.7H2O
Descripción: polvo cristalino amarillo claro o cristales de color azul verdoso que se descom­ponen al aire y en ambiente húmedo se oxidan dando una coloración marrón.
Uso: 1-10 g para 100 g de lana. El sulfato de hierro se utiliza como revela­dor; transforma colores claros en colores terrosos.
Observaciones: se disuelve fácilmente en agua tomando después un color ligeramente ahe­rrumbrado. El recipiente que lo contenga debe permanecer bien cerrado.
UTILIZACIÓN ADECUADA DE LOS PRODUCTOS QUÍ­MICOS
Las siguientes indicaciones son válidas para todos los productos químicos:
-consérvense todos los productos químicos en recipientes de vidrio;
-consérvense todos los productos químicos bien secos y cerrados;
-manténganse todos los productos químicos fuera del alcance de los niños.
Cuando se trabaja con productos químicos:
-aplicar solo la cantidad re­querida;
-leer primero las instrucciones;
-añadir siempre los productos quí­micos al agua, nunca al revés.
Cuando se compran productos químicos:
-no adquirir cantidades excesivas;
-conviene saber que hay dos calidades co­merciales:
1. Calidad de pureza técnica (precio normal). Es de menor precio y es suficiente para nuestros propósitos. Esta calidad se suele vender en droguerías en envases grandes.
2. La calidad de pureza química (cara). Es la utilizada por los farmacéuticos para preparación de medicamentos de uso interno. Esta calidad se expende en pequeñas cantida­des.
El droguero, o el farmacéutico, indicará en el paquete el contenido del mismo. Es necesa­rio trasladar estas indicaciones con exactitud al recipiente, anotando además, la fecha de com­pra, el peso y el precio.
Teñido con tintes naturales.
1. Baño de premordentado.
Se necesita:
-Olla (esmaltada o de acero inoxida­ble).
-Fuente de calor (llama de gas, placa eléctrica).
-Productos químicos (alumbre, bicro­mato, cloruro de estaño).
-Balanzas (balanza de precisión para los produc­tos químicos, peso de cocina para la lana y las plantas).
-Medidas de litro.
-Termómetro blindado (hasta 100°C).
-Varillas agitadoras, cucharas de madera, pinzas de la ropa.
-Reloj avisador.
-Cubos (de distintos tamaños, de plástico o metal).
-Cuaderno de notas y bolígrafo.
-Lana y agua.
La lana se puede mordentar con tres productos químicos diferentes: alumbre, bicromato potásico y cloruro de estaño. Los produc­tos químicos se disuelven en un vaso con un poco de agua caliente previamente a su adi­ción al agua del baño. Antes del mordentado es necesario humedecer la lana.
Mordentado con alumbre.
Se necesita:
15 g de alumbre para 100 g de lana.
Método de trabajo:
-Calentar de tres a cinco litros de agua (para 100 g de lana) hasta que esté ti­bia al tacto.
-Disolver 15 g de alumbre en un poco de agua caliente (media taza) y añadir esta solución al baño de agua.
-Introducir la lana húmeda en el baño.
-Calentar el agua hasta la ebullición.
-Hervir durante una hora.
-Dejar enfriar la lana en el baño hasta que el agua esté tibia al tacto.
-Se puede secar esta lana y reservarla hasta que se vaya a teñir.
Mordentado con bicromato potásico.
Se necesita:
3 g de bicarbonato potásico para 100 g de lana.
Método de trabajo:
-Calentar de tres a cinco litros de agua (para 100 g de lana) hasta que esté ti­bia al tacto.
-Disolver 3 g de bicarbonato potá­sico en un poco de agua caliente (media taza) y añadir esta solución al baño de agua.
-Introducir la lana húmeda en el baño.
-Calentar el agua hasta la ebullición.
-Hervir durante una hora.
-Dejar enfriar la lana en el baño hasta que el agua esté tibia al tacto.
-Cuando no se va a teñir la lana enseguida, se la deja protegida de la luz, y a ser posible, en ambiente húmedo. La lana mordentada con bricromato potásico queda más suave que la mordentada con alumbre.
Mordentado con cloruro de estaño.
Se necesita:
2 g de cloruro de estaño para 100 g de lana.
Método de trabajo:
-Calentar de tres a cinco litros de agua (para 100 g de lana) hasta que esté ti­bia al tacto.
-Disolver 2 g de cloruro de estaño en un poco de agua caliente (media taza) y añadir esta solución al baño de agua.
-Introducir la lana húmeda en el baño.
-Calentar el agua hasta la ebullición.
-Hervir durante una hora.
-Dejar enfriar la lana en el baño hasta que el agua esté tibia al tacto.
-Es preferible teñir esta lana enseguida.

2. Baño de tinción.
Como norma general para garantizar un buen resultado:
-Utilizar un peso de material fresco cua­tro veces superior al de lana (400 g para cada 100 g de lana) y debe estar cortado en trozos.
-Utilizar un peso de material seco dos veces superior al de lana (200 g para cada 100 g de lana).
Se necesita:
-Olla (de material neutro, cobre, hie­rro, zinc, aluminio).
-Fuente de calor (llama de gas, placa eléctrica).
-Material tintóreo (seco o fresco).
-Peso de cocina.
-Medidas de litro.
-Termómetro blindado (hasta 100°C).
-Varillas agitadoras, cucharas de madera, pinzas de la ropa, cuchillo afilado, tijeras de jardinero o de podar.
-Reloj avisador.
-Cubos (de distintos tamaños, de plástico o metal).
-Cuaderno de notas y bolígrafo.
-Lana mordentada y agua.
Método de trabajo:
-Colocar la olla con el agua (de tres a cinco litros para 100 g de lana) sobre el fuego y calentar hasta que quede tibia al tacto.
-Introducir la cantidad deseada de material tintóreo, fresco oseco, cortado en trozos pequeños o re­blandecido, y meter la lana, previa­mente remojada; para obtener un color estable y de la intensi­dad deseada, dejar una hora al menos a aproximadamente 100°C de tempera­tura en el baño de color (al principio remover ligeramente).
-Cuando se alcanza el color deseado, retirar de la llama.
-Dejar la lana en reposo en el baño de teñido hasta que se enfríe a 40 °C.
-Sacar y escurrir, estru­jando suavemente la madeja o madejas,se puede centrifugar.
-Colgar la lana en el ex­terior (al aire pero no al sol) para que seseque; se puede colgar en casa, pero nunca sobre el fuego.
Para conseguir diferentes tonos de co­lor, se procede como sigue:
-Teñir una parte de lana con una canti­dad cuatro veces mayor de material tin­tóreo.
-Teñir una parte de lana con una canti­dad ocho veces mayor de material tintó­reo.
-En este último baño, sin retirarlo, se tiñe la misma cantidad de lana. Esta opera­ción se llama baño de segunda tintada.
Estos tres baños dan tres tonos distintos del color, claro, medio y oscuro. Al combinarlo con tres baños de distinto mordiente, se logra toda una serie de tonos, que se ampliarán to­davía más con el postmordentado.

3. Baño de postmordentado.
Se necesita:
-Olla (esmaltada o de acero inoxidable).
-Fuente de calor (llama de gas, placa eléctrica).
-Lana teñida y agua.
-Productos químicos (sulfato de cobre y sulfato de hierro).
-Peso de cocina.
-Medidas de litro.
-Termómetro blindado (hasta 100°C).
-Varillas agitadoras, cucharas de madera, pinzas de la ropa.
-Reloj avisador.
-Tanque (esmalte).
-Cubos (de distintos tamaños, de plástico o metal).
-Cuaderno de notas y bolígrafo.
Método de trabajo:
-Colocar la olla con el agua (de tres a cinco litros para 100 g de lana) sobre el fuego y calentar hasta que quede tibia al tacto.
-Disolver 5 g de sulfato de cobre o de sulfato de hierro (naturalmente no en el mismo baño, a un tiempo) en un poco deagua caliente y añadir esta solución al baño de agua.
-Introducir en él la lana mojada.
-Hervir durante 10-15 minutos.
-Sacar la lana del baño de mordiente y pasar a otro de agua limpia y caliente, dejándolo enfriar en él.
Al sacar la lana de dos baños de distinto mordiente se apreciará claramente la diferen­cia entre el resultado que se obtiene con el baño de sulfato de cobre y el que se obtiene con el de sulfato de hierro.

4. Baño de revelado.
Se necesita:
-Olla (esmaltada).
-Fuente de calor (llama de gas, placa eléctrica).
-Reloj avisador.
-Lana teñida y agua.
-Amoníaco.
-Varillas de remover, pinzas.
Método de trabajo:
-Colocar la olla con el agua (de tres a cinco litros para 100 g de lana) sobre el fuego y calentar hasta que quede tibia al tacto.
-Añadir al baño una cucharada de amoníaco.
-Introducir la lana húmeda.
-Hervir durante 10-15 minutos.
-Sacar la lana del baño de revelado y sumergir en agua limpia y caliente.
El sol desarrolla el colo­rante que tienen las plantas. Cada época del año y cada año puede proporcionar tonos dis­tintos. También influyen el estado del suelo y su naturaleza. Por eso resulta imposible igua­lar una muestra determinada, a diferencia de lo que ocurre con los colorantes sintéticos.

5. Líquenes.
Los líquenes producen tintes directos.
Método de trabajo:
-Colocar en el fondo de una olla una capa de líquenes, encima otra capa de fibra a teñir, luego otra de líquenes y así, hasta llenar el recipiente.
-Cubrir con agua fría.
-Calentar hasta llegar al punto de ebullición dejando de 1 a 3 horas para un tono intenso.
-Dejar enfriar la lana en el tinte.
-Escurrir pero sin enjuagar.
Si añadimos al liquen, amoniaco y agua, dejándolo durante 2 a 3 meses, nos permite saber que color se va a obtener en tinte y obtener una mejor concentración.
Mordentado de fibras celulósicas.
Se trata de fibras con carácter neutro, mordentaremos con taninos hidrolizables (carácter acido) y añadiremos un producto alcalino alumbre más sosa Solvay.
Método de trabajo:
-Lavar la fibra con detergente y carbonato sódico a razón de 50 grs. de detergente y 30 grs. de carbonato para 500 grs. de fibra vegetal.-Hervir de 10 a 20 minutos.
1º Baño de tanino para dar un carácter ácido.
-Previamente y aparte preparar un cocimiento de cualquier tanino hidrolizable (agallas de roble, hojas de zumaque o cáscaras de granada) (poner un 25% del peso de la fibra a mordentar), durante una hora.
-Colarlo.
-Poner la fibra en el agua, calentando, pero sin dejar hervir, (mantener a 45° o 50° durante 1 a 2 horas. Dejar reposar 12 horas.
2º Baño de alumbre y sosa Solvay o carbonato sódico para dar un carácter alcalino.
-Mordentado con alumbre 25% y sosa Solvay o carbonato sódico 6%, hervir una hora larga con la fibra y dejar reposar hasta el día siguiente.
-Dejar secar la fibra sin enjuagar.
-Antes de teñir enjuagar mucho.
-Es aconsejable repetir 1º y 2º con nuevas disoluciones.

Taninos:
HIDROLIZABLES.
Se usan como mordientes en el teñido del algodón.
Se dividen en dos grupos:
1) galotaninos (ácido gálico)
2) elagitaninos (ácido elágico)
-Gayuba.
-Brezo.
-Iris de los pantanos (liláceas raíz).
-Zumaque.
-Zarzamora (hojas y moras).
-Agallas de roble.
-Granada (cáscara del fruto).
Precipitan en presencia de compuestos de hierro.
Se utiliza el mismo peso de tanino que de fibras, excepto para el zumaque que requiere el doble.
CONDENSADOS.
Tiñen por foto oxidación originan flobáfenos (productos derivados de los carotenoides) dando colores siena y ocres posteriormente al tinte precipitan en presencia de sales de hierro.
-Caoba (serrín).
-Aliso (Alnus glutinosa, familia de las Betuláceas) (Corteza).
- Aguacate (hueso de la semilla).
- Pino (corteza).
-Eucalipto (corteza).
Se hierven en agua, meter después la fibra y tender al sol, repitiendo el proceso varias veces.
Se puede pintar con sulfato de hierro aglutinado con goma guar (se volverá negro).
Teñido en tina.
Se llama teñido en tina cuan­do el tinte se disuelve en un gran recipiente. Con el teñi­do en tina, el tono viene determinado por las veces que se sumerge la pieza en el recipiente y por el tiempo que se deja dentro. Una tina suele preparase con exce­so de tinte y se utiliza hasta que se agota. En este pun­to, se tira el contenido y se pre­para una nueva. Se han de utilizar con mucho cuidado los produc­tos químicos, usar ropas protectoras y una mascarilla, especialmente cuando se esparcen los productos químicos y los tintes sobre la superficie de la tina.
Sumergir el tejido en la tina de tintura evitando que se formen bolsas de aire en el tejido, ya que podrían causar un teñido desigual y parcheado. Una vez dentro del baño, el tejido se ha de mantener sumergido bajo la superficie del tinte y se ha de re­mover suavemente para que la solución del tinte penetre uniformemente. Para asegurarse de que se fija en el tejido la máxima cantidad de tinte, los tejidos se exponen al aire durante varias horas (de un día para otro si es necesario) antes de darles el aclarado final. Una vez fijado el tinte, lavar el tejido para eliminar cualquier exceso de color que pudiera gotear, es­tropeando la pieza final.
El índigo es uno de los tintes de tina más antiguos. Aunque originariamente deriva de diversas plantas, actualmente se puede conseguir tanto en forma na­tural como sintética. El índigo puede teñir todos los tejidos naturales pero el si­guiente sistema se utiliza para teñir fundamentalmente celulosa y seda.
El tinte se ha de reducir a su forma leuco antes de ser utilizado. Existen mu­chos sistemas de reducir el tinte, pero el más simple es el sistema de la sosa cáustica y el hidrosulfito sódico.
Poner 40 litros de agua a una tempe­ratura de 25ºC en una gran tina de plás­tico. Añadir a la tina 850 g. de cloruro só­dico y remover hasta disolver. Retirar 1 litro de esta solución y agregar 50 g. de bolitas de hidróxido só­dico, verter esta solución en la tina principal y re­mover hasta que esté disuelta. Esparzir 150 g. de polvo de hidrosulfito sódico sobre la superficie de la tina y remover para que se diluya. Añadir el índi­go (200 g de índigo en polvo o grano; aunque puede agregarse una cantidad mayor si se desea obtener un azul más oscuro) a la tina, poco a poco, remo­viendo cuidadosamente para asegurar­se de que no se forman burbujas de aire. Después de unos 5 minutos, la su­perficie se volverá púrpura brillante a causa del exceso de índigo, que al en­trar en contacto con el aire en la superfi­cie de la tina se oxida. Cubrir la tina y dejarla así durante al menos 2 horas an­tes de utilizar (es mejor dejar repo­sar de un día para otro).
Antes de teñir con el índigo, debe comprobar que está en buenas condicio­nes. Este tipo de material de tintura es sensible al frío y un desequilibrio en la al­calinidad o el agente reductor también pueden afectar su correcto funciona­miento. Con cuidado, tome una muestra de tinte utilizando un recipiente transpa­rente (intente no meter demasiado aire en la tina). Si la muestra es de un color verde-amarillento claro a una temperatu­ra de 20 °C y su pH es de 10,5-11,7, está en buenas condiciones y se puede utili­zar. Si la temperatura del tinte ha des­cendido por debajo de los 20 °C, se pue­de calentar añadiendo agua caliente o un calentador sumergible. Un color verdoso indica la falta de agente reductor, que se puede corregir añadiendo una pequeña cantidad de hidrosulfito sódico hasta que se vuelva verde-amarillento. Un aspecto lechoso indica falta de álcali, por lo que se debe añadir una solución de hidróxido sódico hasta que el valor del pH esté en­tre 10,5 y 11,7 y la tina esté transparen­te. Si el contenido de la tina presenta fal­ta de color y está acuoso es que se ha estropeado y debe tirarse.
Antes de teñir, asegurarse que el tejido ha sido sumergido en agua tibia con una pequeña cantidad de amoníaco e hidrosulfito sódico para aclimatar el te­jido al líquido de la tina; seguidamente escurrirlo hasta dejarlo sólo húmedo. Para impedir que el tejido se manche con la espuma púrpura del borde de la tina, esta debe ser cuidadosamente retirada hacia un lado con la ayuda de un papel antes de sumergir el tejido suavemente en el baño. Para evitar las marcas de las bur­bujas de aire en las grandes piezas de tela, ate pequeños pesos o plomos (se venden para la pesca y se pueden atar o enganchar en el borde del tejido). Esto ayuda a que se mantengan por debajo de la superficie del tinte.
Seguidamente, el tejido se remueve suavemente durante 1-2 minutos antes de sacarlo cuidadosamente. En cuanto el tejido teñido entra en contacto con el aire, el tinte empieza a oxidarse, volvien­do de nuevo el índigo a su estado azul. Una vez que se ha sacado el tejido de la tina de tintura, es necesario extenderlo y colgarlo lo más estirado y rápidamente posible para que se oxide uniformemente (déjelo de un día para otro si es nece­sario). El color se puede intensificar su­mergiéndolo repetidamente durante 1-5 minutos hasta que se consigue el matiz deseado. Enjuagarlo en agua fría para eliminar cualquier exceso de tinte y pro­seguir con un lavado en agua caliente ja­bonosa. Centrifugar y secar.
La tina de tintura se puede utilizar hasta que se agote, punto que se habrá alcanzado cuando al compro­barla aparezca un color azul-grisáceo. Si se necesita teñir más tejido, se puede restablecer el baño añadiendo hidróxido sódico, hidrosulfito sódico e índigo en las cantidades recomendadas para una tina nueva. Ahora bien, será necesario reajustar estas cantidades si la tina ya no está llena. Deje que pasen unas ho­ras antes de volver a utilizarla.
Los tintes insolubles de tina se en­cuentran en dos formas: en grano y líqui­dos. Los líquidos normalmente consis­ten en un 10-20% de tinte en agua y una pequeña cantidad de agente dispersante. Los granos han sustituido la forma en polvo anterior y contienen un diluyente sólido y una pequeña cantidad de agente dispersante. Para utilizar estos tintes se prepara una solución concentrada que después se añade a la tina de tinte en el momento necesario. La siguiente receta es para teñir 100 g de tejido de un tono del 1 % en 3 litros de agua.
Medir 3 litros de agua fría en un reci­piente de plástico o cubo para la solución de la tina principal. Añadir a esta 40 g. de cloruro sódico o sulfato sódico y remo­verlo hasta disolver. Agregar 2,5 ml. de solución de hidróxido sódico a 38°Bé y 2 g. de hidrosulfito sódico. Re­mover hasta dispersar todos los produc­tos químicos.
Para la solución de reserva, pesar 10 g. de tinte y colocar en un recipiente a prueba de calor. Mezclar con agua o alco­hol metílico hasta formar una pasta, des­pués añadir lentamente 100 ml. de agua ti­bia (45ºC) y mezclar bien. Lentamente, agregar a esta solu­ción 5 ml. de solución de hidróxido sódico a 38Bé y 2,5 g. de hidrosulfito sódico. Colocar el recipiente en agua calien­te y remover suavemente; mantener la solución a 45-60ºC durante 5-10 minutos hasta que se disperse el tin­te. El tinte se transforma en su for­ma leuco y queda de color naranja. Con cuidado verter la solución de reserva en la tina principal, removiendo para disolver el tinte. Dejar pasar una hora más o menos antes de teñir.
Asegurarse de que se ha remojado el tejido en agua tibia jabonosa; escurrir hasta que quede sólo hú­medo. Sumerjir el tejido lentamente en el baño, cuidando de no formar burbujas de aire en la tina. Unos pequeños pe­sos pueden ayudar a mantener grandes piezas de tejido por debajo de la superfi­cie del líquido. Remover el tejido 1-2 minutos antes de sa­carlo y dejar que empiece a oxidarse.
Los tintes de tina no reaccionan tan rápido como el índigo, por lo cual el cambio de color es más lento y más uni­forme. Dejar oxidar el tejido de un día para otro. El proceso se puede repetir para intensificar el color hasta conseguir el tono deseado. Enjuagar en agua fría, y lavar en agua hirviendo con detergente. Aclarar y secar.
Tintes minerales.
Los colores amarillo y dorado del hierro oxidado los producen las sales del hie­rro. El hierro es afín a la celulosa y sumergiendo el tejido en una solución de sus sales y seguidamente exponiéndolo a continuación al aire, se obtiene un color amarillo dorado. El sis­tema más fácil para producir este color es con los cristales de sulfato de hierro. Asegurarse de que se ha remojado el tejido en agua tibia con detergente y se­guidamente escurrirlo hasta que quede sólo húmedo. En una olla esmaltada o de acero inoxidable, disolver 500 g. de sulfa­to ferroso en 5 litros de agua tibia y ca­lentarlo hasta 95ºC. Sumergir el te­jido húmedo en la solución y remover constantemente durante 5-10 minutos, manteniendo la temperatura del baño justo por debajo del punto de ebullición.
Retirar con cuidado y dejar oxidar al aire. Cuando esté seco, poner en un baño con un álcali, como carbonato sódi­co, amoníaco o una solución débil de hidróxido sódico. Esto transformará el co­lor verde-dorado de la sal no oxidada en el color de oxido final del hidrato férrico. Lavar el tejido para aclararlo del álcali. Un remojado final durante 10 minutos en un baño de azúcar (una cucharada de azú­car sin refinar o melaza disuelta en 5 li­tros de agua) le darán al tejido una apa­riencia suave, ligeramente sedosa.
Los negros y grises hierro se forman convirtiendo las sales de hierro en taninos de hierro, cuyo color va del gris al negro. Cualquier sal de hierro se puede alterar con el mordiente del ácido táni­co, pero se consiguen mejores resulta­dos con sales de sulfato de hierro y ace­tato ferroso.
La receta del hierro oxidado se puede utilizar para producir sulfato ferroso en el tejido, pero omitiendo la oxidación y el ál­cali. En lugar de eso, el tejido se sumer­ge durante 10 minutos en una solución caliente que contenga un 10% de ácido tánico en polvo; esto ligará químicamen­te con la sal amarilla de hierro del tejido para formar un tanino negro ferroso. Después hay que lavar y secar el tejido.
También se puede utilizar una solu­ción de acetato ferroso. Mezcle 500 g. de sulfato ferroso con 250 g. de acetato de plomo (venenoso) en un litro de agua caliente. Se deja reposar la solución du­rante una hora, tras lo cual en la solución de acetato férrico se habrá formado un precipitado en forma de sedimento de sulfato de plomo. Puede colar el acetato férrico para utilizarlo en el proceso de te­ñido. (El sulfato de plomo es un desper­dicio del que debe deshacerse en un lu­gar destinado a estos vertidos).
Se remoja el tejido en la solución y se­guidamente se trata en un baño tánico como el que se ha descrito anteriormen­te. Se puede obtener una versión más burda del acetato ferroso disolviendo en vinagre virutas de hierro o dejando fer­mentar virutas de hierro en una solución de azúcar durante algunas semanas.
Es posible empezar con un tejido pre tratado con el mordiente ácido tánico y seguidamente sumergirlo en las sales de hierro. Se ha de tomar precauciones extras cuando se manipula el tejido con el mordiente tánico, ya que cualquier resto de hierro en sus manos dejaría una marca negra en el tejido.
El color marrón intenso del bronce de manganeso se consigue a partir de clo­ruro de manganeso. Es difícil conseguir un color uniforme sobre un tejido liso, pero resulta práctico para la técnica del teñido atado y dará efectos interesantes si se estampa por corrosión con ácido cítrico
Remojar el tejido en agua caliente con detergente y a continuación escurrir hasta que quede sólo húme­do. Se disuelven 30-100 g. de cloruro de manganeso en 1 litro de agua caliente en un recipiente de plástico. Sumergir el tejido húmedo y dejarlo durante unos 5 minu­tos para que absorba la sal, seguida­mente sacar y colgar para secar. Preparar el baño de fijación con una solu­ción del 2% de hidróxido sódico a 38Bé. Cuando el tejido esté práctica­mente seco, poner en esta solución y después enjuagar en agua fría. A con­tinuación lavar en agua caliente jabono­sa antes del aclarado final y secar.
Teñido de colores uniformes.
Para que los tintes alcancen la resistencia o solidez necesarias es básico elegir el tinte apropiado. Se pueden tener problemas al teñir mezclas de fibras sintéticas/naturales, por ejemplo algodones baratos con una parte de poliés­ter. Es importante probar los tintes sobre fibras diferentes ya que pueden producir diversos matices.
Un tejido ligeramente coloreado o con manchas, suele ser la consecuencia de una o varias de las siguientes causas: no haber remojado completamente el tejido antes de teñir; el uso de un recipiente demasiado pe­queño, lo que provoca que se formen pliegues en el tejido que dificultan la pe­netración del tinte; no haber removido suficientemente el tejido durante el teñi­do, de manera que algunas zonas del tejido no quedan sumergidas en la solución. Las manchas oscuras suelen ser la consecuencia de un baño de tinte demasiado caliente al principio del proce­so, o de puntos localizados de más calor en la base del recipiente. El aspecto de salpicado está casi siempre causado por un error al disolver los polvos de tintura antes de añadirlos al baño de tinte.
Es muy importante enjuagar el tejido completamente antes de proceder con ninguna otra técnica, puesto que de lo contrario cualquier tinte no fijado se des­prenderá en los siguientes procesos de remojado y puede manchar las áreas blancas del diseño.
En la industria textil se utilizan diver­sos sistemas para teñir el tejido, pero los más apropiados para colorear peque­ñas cantidades de tejido son los azoicos por agotamiento (caliente o frío), los de tina y los sistemas de teñido naturales.
Auxiliares y aditivos de los tintes.
Cada tipo de tinte se puede aplicar con uno o más auxiliares o agentes aditivos para potenciar su efec­tividad. Los ácidos se usan para reducir el valor del pH de la solución de tintura, lo que contribuye a que se establezcan vínculos entre fibra y tinte. En la indus­tria se utilizan ácidos de distintos tipos e intensidades, siendo los más comunes el acético, el fórmico y el sulfúrico.
Se tienen que seguir todas las pre­cauciones de seguridad y es recomen­dable preparar soluciones diluidas de es­tos ácidos y conservar las formas concentradas bien guardadas. Este pro­ceso se ha de llevar a cabo en un lugar bien ventilado y es aconsejable llevar puesta una mascarilla. Una solución aci­da del 20% es una concentración segu­ra para trabajar. Para conseguir 1 litro de ácido diluido a una intensidad del 20%, medir 800 ml de agua fría en un recipiente grande de plástico o vidrio y añadir len­tamente 200 ml del ácido concen­trado, remover lentamente a fin de mezclar el ácido con el agua. La reacción química resultante ge­nerará calor, así pues dejar enfriar la solución antes de traspasarla a una botella convenientemente etiquetada.
El ácido acético se puede sustituir por vinagre blanco de malta, con una concentración del 4%.
Como alternativa, se usan álcalis para aumentar el valor del pH del baño de tin­tura, que permite la fijación de los tintes reactivos con la celulosa. El álcali utiliza­do más comúnmente es el carbonato sódico (en su estado cristalizado menos puro se lo conoce como sosa). Otro álcali, el agua de cal, se obtiene remojando hidróxido cálcico en agua fría. El agua resultante es alcalina y el sedimento se desecha.
Muchos procesos requieren hidróxido sódico, es recomendable realizar la solución en una concen­tración estándar, que se puede conser­var hasta que se necesite. Se prepara disolviendo 400 g de cristales de hidróxido sódico en un litro de agua fría.
Otros auxiliares, como niveladores y agentes humectantes, normalmente se encuentran en forma de soluciones. Es­tas soluciones recubren las fibras del te­jido y atraen las moléculas del tinte, evi­tando un teñido desigual o parcheado. Son químicamente similares a los deter­gentes y con una pequeña cantidad de detergente a menudo se consiguen los mismos resultados. Muchos fabricantes de tintes producen agentes humectan­tes e igualantes específicos para su gama de tintes.
Se utilizan también dos tipos de sal en el proceso de teñido: sal común (clo­ruro sódico) y sal de Glauber (sulfato só­dico). Ambos se venden en forma de cristales o en polvo. Como electrólitos, contribuyen a la absorción e igualamien­to de los tintes.
Tinte de agotamiento.
Este sistema se basa en la reacción del tinte con la fibra hasta que el tinte ha sido totalmente absorbido, dejando un baño de tintura agotado; en este punto la mezcla de tintura debe aparecer trans­parente. El agotamiento completo casi nunca se produce, pero es el objetivo a conseguir, ya que significa que todo el tinte se ha traspasado al tejido y no se ha desperdiciado nada.
El cálculo correcto de la cantidad de tinte necesaria es el principal factor de éxito en el teñido por agotamiento. Si la cantidad es excesiva quedará mucho tinte sin fijarse en las fibras y si no sale completamente al enjuagar, desteñirá siempre que la tela se lave o se frote. Poco tinte dará como resultado un color a manchas o con falta de profundidad.
Teñido en agua caliente.
Antes de empezar, consultar las precaucio­nes en materia de seguridad y asegurarse de ir convenientemente vestido.
Llenar un recipiente para te­ñir resistente al calor, con suficiente agua descalcificada para cubrir el tejido. Se ne­cesita una proporción de mezcla de 20:1 (2 litros de agua por cada 100 g de tejido) para los tintes directos y 30:1 para los tin­tes ácidos, básicos y dispersos. Esto per­mitirá la libre circulación de la mezcla de tinte alrededor del tejido. El baño de tintu­ra no debe alcanzar una temperatura su­perior a los 40 °C. Si el agua está dema­siado caliente al principio del proceso de teñido, el tinte se fijará demasiado rápida­mente en las fibras del tejido, provocando una coloración desigual y parcheada. Se puede añadir al baño una pequeña canti­dad de agente humectante, por ejemplo detergente, o algún auxiliar específico de nivelado que favorezca la obtención de un teñido uniforme.
Pesar el tejido (en gramos) para deter­minar la cantidad de tinte necesaria y an­tes de teñir asegurarse de que el tejido no contiene ninguna impureza. A continua­ción humedecer la tela y colocarla en el baño de tinte preparado.
Elegir el tinte así como el color y el tono, calcular la cantidad de tinte necesario, pesar el tinte y mezclarlo con una pequeña can­tidad de agua caliente. Es importante asegurarse de que se han disuelto todas las partículas de tinte, pues el tinte no disuel­to formaría manchas en el tejido.
Sacar el tejido del reci­piente de tintura y añadir la solución de tinte ya disuelta, asegurándose de que se mezcla con el agua de modo unifor­me antes de volver a sumergir el tejido empapado. Remover el tejido durante 10 minutos y empezará a absorber el tinte. Mientras tanto, calcule la cantidad de auxiliares que necesita. Cada tipo de tinte exige distintos tipos y cantidades de aditivos para lograr una absorción y fijación uniformes.
Transcurridos 10 minutos retirar el teji­do del baño y añadir los auxiliares, dis­persándolos bien en el agua de tintura. Volver a poner el tejido en el baño de tin­tura y aumentar la tem­peratura durante un período de 30 minu­tos hasta que esté casi hirviendo (80-100°C). Mantener esta temperatura durante 30-60 minutos. (No pase de los 85ºC al teñir sedas o lanas, ya que podrían estro­pearse las fibras). Si utiliza una mezcla de tintes, déjelo suficiente tiempo (apro­ximadamente 30 minutos, pero consulte la información del fabricante referente al tiempo específico de teñido de los distin­tos tintes) para permitir que los tintes se equilibren. Para conseguir el buen iguala­do del tinte, el tejido se ha de mantener en movimiento. Remover el tejido duran­te todo el teñido evita que el tinte se fije antes en los puntos cercanos a la base del baño y se evitan manchas pálidas allí donde el tejido no ha quedado completa­mente sumergido.
Una vez conseguido el tono deseado, enfriar el baño de tinte a 70°C antes de sacar el tejido. Aclarar completamente el tejido para eliminar cualquier exceso. Para conseguir mejores resulta­dos, aclarar primero en agua ti­bia y después en agua fría, hasta que el agua salga trasparente. Centrifugarlo li­geramente y plancharlo.
Auxiliares para teñidos por agotamiento en agua caliente.
Tintes ácidos: Cada gama de ácidos tie­ne su igualador específico, pero los de­tergentes líquidos son químicamente muy similares y se pueden sustituir si no se tiene a mano el tipo necesario concreto. La cantidad de igualador que se añade normalmente es igual al 1% del peso del tejido en seco. Para iguala­dores y tintes resistentes rápidos (pH 3-4), utilice 10% de sulfato sódico (sal de Glauber) y 4-8% de ácido acético o fór­mico (en una concentración del 20%). Para tintes ácidos de batanado (pH 5,2-6,2) utilice 10% de sulfato sódico (sal de Glauber) y 4-12% de ácido acético (de un 20% de concentración) o 3% de sul­fato amónico o acetato amónico y un 6% de ácido acético (al 20% de concen­tración). Los tintes de superbatanado y complejos metálicos (pH 5,5), requieren un 2-4% de sulfato amónico o acetato amónico o un 6% de ácido acético (en una concentración del 20%).
Tintes básicos: Utilice un 10% de sulfa­to sódico (sal de Glauber) y un 4% de una solución de ácido acético al 20%.
Tintes directos: Para celulosa, utilice clo­ruro sódico (sal común) o sulfato sódico (sal de Glauber) en una cantidad equivalente al 10-20% de peso en seco del te­jido. Algunos colores se comportan me­jor con sulfato sódico (compruébelo en las indicaciones del fabricante). Para seda y lana utilice una solución de ácido acético al 20%, en una cantidad equiva­lente al 5-10% del peso del tejido.
Tintes dispersos (pH 4-5): Utilice un 6% de ácido acético (en una concentración del 20%) y un 6-12% de agente del tinte equivalente al peso del tejido. Se pueden utilizar copos de jabón o el agente disper­sante recomendado por el fabricante en una proporción de 1 g. por litro de agua.
Tintes reactivos para fibras de proteínas: Los tintes reactivos en agua caliente para lana requieren un baño ligeramente ácido. El pH se determina por la profun­didad deseada del tono: los tonos claros se tiñen con un pH de 5,5-6,0 y los to­nos oscuros con un pH de 4,5-5,5. Si el pH es demasiado alto, el agotamiento no será suficiente: si es demasiado bajo, la fibra absorberá demasiado rápido el tinte con un resultado desigual.
El ácido acético es el auxiliar más co­mún para controlar el pH, pero a menudo se emplea el sulfato amónico porque li­bera el ácido lentamente durante el pro­ceso de teñido. Para asegurar un teñido igualado, se utiliza un agente igualador, y cada fabricante ofrece su propia marca
Tintes reactivos para fibras de celulosa y seda: Los tintes reactivos en polvo pueden causar reacciones alérgicas respiratorias, por lo que es importante utilizar una mascarilla antipolvo cuando se manipula este tipo de tintes.
El cloruro sódico (sal común) se em­plea normalmente como auxiliar, pero al­gunos tintes azules y verdes dan mejor resultado si se usa sulfato sódico (sal de Glauber). El segundo auxiliar es un álcali, el carbonato sódico (sosa). Añadir 80 g de cloruro sódico y 20 g de carbonato sódico por litro de mezcla de tinte para los matices intensos y 60 g de cloruro sódico y 10 g de carbonato sódico para un matiz medio-pálido. Si se utilizan estos auxiliares, se debe seguir otro método después de teñir, ya que la sal y el álcali se agregan en dos pasos.
Después de 10 minutos de teñido añadir la sal en tres etapas, 10%, 30% y 60%, durante un periodo de 20 minu­tos. Remover completamente el tejido después de cada adición. Durante este tiempo aumentar la temperatura del baño de tintura hasta 80ºC. Cuando se ha añadido toda la sal, continuar tiñendo el tejido durante 20 minutos más, man­teniendo el tejido en constante movimiento. Durante los 10 minutos si­guientes agregar la solución alcalina al baño de tintura en pequeñas cantidades, mezclando bien después de cada adición. Seguidamen­te mantener el tejido a 80°C durante 30-60 minutos más, dependiendo del tono deseado y a continuación remo­verlo constantemente durante 15-20 mi­nutos más. Durante el resto del tiempo de teñido, es necesario remover el tejido sólo cada 5 minutos.
Una vez conseguido el tono de­seado, retirar con cuidado el tejido del baño de tintura y aclararlo completa­mente en agua tibia y seguidamente en agua fría, hasta que el agua salga trans­parente. A continuación hervir el tejido durante 10 minutos en un baño de 3 ml de detergente por cada litro de agua, después de lo cual aclarar el teji­do de nuevo y secarlo.
Teñido en agua fría.
Los tintes utilizados en el teñido en agua fría son extremadamente reactivos y tienen una duración de cerca de una semana una vez que se han mezclado con agua, por lo que únicamente hay que mezclar la cantidad de tinte que necesita para una sola vez. El sistema descrito a continuación es similar al del tinte reactivo en agua ca­liente. Sin embargo, tiene di­ferencias a tener en cuenta: utilizar solo agua fría en el baño de tintu­ra; el tinte se disuelve mejor en agua ti­bia que caliente; no hay necesidad de calentar el baño de tintura durante el proceso de teñido. El resto de pasos del proceso es igual.
Teñido alternativo en agua fría.
Sólo algunos tintes son apropia­dos para teñir con el sistema del agua fría. Al no haber proceso de calentado, se necesita muy poco equipo y se pue­de utilizar como cubeta para el tinte cualquier recipiente de plástico, esmaltado o de acero inoxidable. Este tipo de teñido es útil para las técnicas de estampación por reserva y para batik. Los sistemas presentados en esta sección incluyen tintes azoicos en agua fría y tin­tes de tina.
Tintes azoicos o de naftol.
Se pueden utilizar en batik y estampado por reserva. Aunque se crearon para usarse en tejidos de celulosa, también funcionan con algunos sintéticos, pero no son apropiados para las fibras de pro­teínas. Estos tintes se aplican en dos pasos; primero mojar el tejido en una solución básica y después en una solu­ción de sal, el teñido se forma en el teji­do. El recipiente más adecuado para estos tintes es una gran cubeta baja de plástico y son necesarios dos recipien­tes para realizar los dos pasos.
Para la solución base de naftol prepa­rar una solución concentrada de hidróxido sódico mediante el método descrito en la sección de auxiliares y aditivos de tinte . Verter 100 ml. de esta solución en una pequeña botella o probeta graduada y tenerla a mano mientras se lleva a cabo el paso siguiente del proceso.
Preparar el baño de naftol disol­viendo la base de naftol en agua. Para obtener un matiz medio, pesar 2 g. de base de naftol y mezclar con un poco de alcohol metílico o agua hirviendo convirtiéndolo en una pasta fina. A esta pasta añadir 250 ml. de agua hirviendo, mezclando bien para disolver. Agregar inmediatamente la solu­ción de hidróxido sódico, gota a gota, hasta que la solución se aclare y se vuelva de color amarillo. Se necesitará 2 ml. de la solución de hidróxido sódico por cada gramo que uti­lice de base de naftol, pero se puede nece­sitar hasta unas 10 veces esta cantidad para clarificar la solución. Si la solución no se aclara, recalentar inmediatamente hasta alcanzar el punto de ebullición y remover. Dejar enfriar 5 minutos antes de añadir agua fría hasta conseguir 1 l. de solución. Transferirlo al baño de tintura y mantener resguardado de la luz directa del sol.
Seguidamente preparar la solución de sal de diazotado en un segundo baño. Para un tono medio, pese 4 g de sal color resistente en una jarra de litro y mezclarla con un poco de agua fría para convertirlo en una pasta. Agregar agua fría hasta que haya un litro y remover hasta disolver por completo.
El teñido se lleva a cabo en dos pa­sos principales. Remojar el tejido en agua fría y colocarlo en el primer baño de tintura que contiene la base de naf­tol. Remover durante 5 minutos y retirar­lo, dejando gotear sobre la cubeta el ex­ceso de solución base. Dejar que el tejido se escurra durante 15-30 minutos.
Pasar el tejido por un acla­rado de sal (preparado en una cubeta aparte) que contenga 50 g de cloruro só­dico por cada litro de agua, seguido de un aclarado en agua limpia, si se desea. El cloruro sódico neutraliza el exceso de base de naftol en el tejido. Sumergir el tejido en el siguiente baño de sal de diazotado y agitarlo suavemente. El color empezará a aparecer al entrar en contacto con la solución base. Permitir que el tinte ac­túe completamente durante un período de 5 minutos antes de aclararlo en agua fría hasta que el agua salga transparente. Se puede repetir el proceso para obtener tonos más oscuros. Cuando se ha con­seguido el tono deseado, se da un lava­do final al tejido en agua caliente jabono­sa antes de enjuagarlo y secarlo.
Teñido con reserva.
Existen tres tipos principales de sistemas de estampación por reserva: física, mecánica y química. La mayoría de las técni­cas antiguas son de las dos primeras categorías. Se basan en una barrera física como puede ser un pliegue ajustado, un cosido o un atado que impida al color llegar a una parte del tejido, o en la acción mecánica de las ceras, grasas o almidones.

Reserva física.
Consisten en atar, coser, atornillar o prensar allí donde se quiere evitar que el tinte penetre en el tejido. Estos procesos se clasifican nor­malmente bajo el título universal de teñi­dos atados, pero el término japonés shibori, derivado del verbo shi-boru, que significa retorcer, estrujar, apretar da una descripción más exacta.
El efecto suave y difuso causado por la lenta penetración del tinte en el tejido es una de las características específicas de estas técnicas. Se puede realizar un diseño simplemente forman­do pliegues o arrugas en el tejido, pero también se puede doblar, anudar y re­torcer el tejido con ayuda de hilos, tiras de plástico, rafia, clips y pinzas.
Atar.
En este tipo de reserva al­gunas partes del tejido se atan, ligan o anudan, a fin de apretar el tejido e impe­dir la penetración del tinte durante el teñi­do. El sistema más sencillo es apretar el tejido formando una bola o retor­cer firmemente y envolver con hilo para, mantenerlo en su sitio mientras se tiñe y conseguir así un estampado vetea­do. Para lograr un efecto rayado más re­gular, se anuda el tejido con un nudo sim­ple con todo el largo del mismo y seguidamente se tiñe. Se pueden crear rayas todavía más regulares en direccio­nes horizontales, verticales o diagonales plisando o enrollando firmemente el tejido y uniendo las secciones para evitar la penetración del tinte. Los anudados del mismo grosor a intervalos regulares pro­ducirán un efecto rayado uniforme, y los anudados irregulares producirán un raya­do variado. El efecto de cuadrícula se consigue si se desata el tejido después de teñir y se repite el proceso, plisando o enrollando en una dirección diferente.
El estampado más común del teñido atado es el círculo. Es uno de los estampados mas fáciles de crear y suele relacionarse con las camisetas de los sesenta y setenta. El tejido se pelliz­ca desde un punto central formando una punta y se ata a lo largo en diferentes secciones. Realizando ataduras adiciona­les y tiñendo de nuevo el tejido, se pue­den desarrollar diferentes estampados. El diámetro del círculo puede ir desde un milímetro hasta un metro, dependiendo de la anchura del tejido. Se puede controlar la forma del círculo doblando el tejido con cuidado. Es posible hacer un motivo de forma cuadrada tensando el tejido hasta un punto y doblándolo por la mitad (desde la punta hacia abajo); esto se repite antes de atarlo con una serie de nudos de media vuelta. Los efectos de tela de araña se consiguen plisando la sección elevada del tejido y sujetándolo con un hilo formando una espiral. Si la sección elevada se sujeta al azar, se con­siguen formas más irregulares.
También se pueden atar a la tela pe­queños objetos. Se pue­den utilizar semillas, judías, arroz, ramitas, piedras, canicas de cristal y cuentas, clavos o monedas. Se pone el tejido alrededor del objeto y se ata fir­memente en su sitio utilizando un hilo fuerte, cordel, rafia o gomas elásti­cas. En la misma pieza de tejido se pueden construir diferentes estampa­dos con objetos de distintas medidas. En la realización de cualquiera de las reservas de atado y ligado, la selección del tejido, la técnica y el motivo estampado es una decisión personal. La elección del material utilizado para atar depende de la calidad y grosor de la marca que se desea realizar. Es im­portante asegurarse de que las ataduras son fuertes, de lo contrario el tinte las traspasaría y se estropearía el motivo.
Una vez atado, se puede teñir el teji­do. Es importante aclarar y secar com­pletamente el tejido antes de desatarlo, porque de lo contrario el efecto del es­tampado se estropearía al correrse el exceso de tinte sobre el diseño. Se pue­den producir distintos efectos utilizando diferentes tintes y tejidos.
Cosido.
Realizando un sobrecosido o dando puntadas seguidas, se pueden formar motivos de diferentes formas y tamaños. Dibujar el motivo con un lápiz blando so­bre el tejido como guía para el cosido. Utilizando un hilo fuerte, anudar y sujetar un extremo firmemente y coser a lo largo del dibujo, realizar puntadas cortas. Para conseguir efectos más llama­tivos, se puede repetir las puntadas o se puede rellenar completamente un mo­tivo con una serie de líneas.
Las piezas de tejido se pueden doblar en capas y coser para crear imágenes especulares de los motivos. Cuando el diseño está completo, se tensan bien todos los hilos hasta que el tejido forma un plisado apretado. Entonces se atan bien los hilos antes de teñir. Todo el teji­do que queda entre los pliegues está en gran medida protegido del tinte. La variedad de los diseños viene determi­nada por el tipo de tejido, el grosor del hilo y la distancia de las puntadas.
Una alternativa a las puntadas segui­das es el sobrecosido. Esta técnica es más efectiva sobre una capa única de te­jido. Primero se sobrecose el perfil del diseño y entonces se tensan los hilos. Esto hace que el tejido se enrolle formando un tubo estrecho a lo largo de la línea de puntadas, protegiendo del tinte las zonas interiores del tejido. Este sistema crea una serie de líneas finas en diagonal so­bre el tejido que se pueden utilizar como parte del diseño general. Sobrehilando en dirección opuesta, se pueden crear efectos de cruz. La rafia resulta especialmente apropiada para esta técnica, ya que es resistente pero plana, y cubre bien el tejido.
Las máquinas de coser producen muchas puntadas distintas. Es importan­te dejar las punta­das sueltas de modo que se pueda tensar después de coser. La máquina da un resultado distinto del cosido manual y es más rápida.
Las máquinas para plisado pequeño y punto de nido de abeja también se pue­den utilizar para producir pequeños plisa­dos sobre un tejido. Las máquinas cosen el tejido al mismo tiempo que lo plisan, lo que permite tensar los pliegues y ase­gurarlos antes de teñir. Una vez que se sueltan los pliegues, el estampado resultante estará formado por una serie de lí­neas horizontales muy finas.
Atornillado.
El tejido se dobla para formar una tira de tela que se dobla sobre sí misma para crear cuadrados, rectángulos o triángu­los. Este paquete de tela se coloca en­tre dos planchas o tablas de madera y se sujetan con cuerda para que no se muevan mientras se tiñe. Cuando está teñido, los múltiples plie­gues crean motivos geométricos de lí­neas suaves. Para conseguir efectos distintos, se pueden usar gran variedad de materiales, como plancha metálica, conglo­merado de alta densidad, metacrilato y plancha acrilica, que se cortan en la for­ma que se prefiera y se utilizan como planchas. La plancha se mantiene en su sitio durante el te­ñido mediante simples tornillos en forma de G o grapas grandes en vez de cuerda.
Para producir un diseño de cuadrícu­la, se dobla el tejido cuidadosamente en cuadrados de medidas regulares y se humedecen y se atornillan con planchas de la misma medida que la tela doblada. Normalmente no es necesario sumergir toda la pieza atornillada en el tinte, basta con los lados visibles del tejido. Se aclara el tejido mantenién­dolo atornillado, se destornilla con cuida­do y se desdobla para dejarlo secar extendido. Se ha de ir con cuidado al desdoblar el tejido para evitar que el tin­te manche en las áreas totalmente blan­cas del diseño. Se produce un efecto completamente distinto si un paquete de tela se atornilla en dirección diagonal utilizando planchas rectangulares ligera­mente más grandes que el cuadrado do­blado; las dos esquinas que quedan ex­puestas quedan teñidas y el proceso se repite en dirección opuesta, sin modifi­car el paquete de tela.
Doblando la tela formando triángulos equiláteros y atornillando con planchas rectangulares, se produce un estampado de caparazón de tortuga. Se puede crear un diseño de enrejado triangular si se emplean planchas del mismo tamaño y medida que el tejido doblado.
Se puede sumergir la tela doblada durante un período más largo o más corto de tiempo en la solución de tinte y también se pueden crear efectos de color sumergiendo distintos bordes en diferentes colores. Algunos tin­tes penetran más rápidamente que otros, produciendo un efecto de halo al­rededor de las formas. Las técnicas de reserva por atornillado tienden a dar mejores resultados en tejidos finos y delgados, ya que abultan menos al doblarlos.
Envolver alrededor de un palo y comprimir.
Para esta técnica resulta apropiada toda la variedad de tuberías de plástico ligero que se pueden encontrar en tiendas de construcción o de bricolaje. Utilizar trozos de 1-1,5 metros, que sean de un tamaño fácil de manipular. Se puede fi­jar el tejido a la base del tubo utilizando un trozo de cinta adhesiva. Lentamente vaya girando el tubo para enrollar el teji­do firmemente alrededor de este, suje­tándolo provisionalmente en su sitio con pequeños trozos de cinta adhesiva. El ángulo en el que se fija el tejido determi­nará la dirección del estampado final de la tela teñida. Si se enrolla con el orillo de la tela alineado con el largo del cilindro, se crearán líneas horizontales. Si se en­rolla el tejido en un ángulo de 45° respec­to al tubo, con el orillo formando una es­piral a lo largo del cilindro, se producirá un efecto en diagonal.
Para conseguir un efecto estampado al azar, se puede ceñir el tejido contra la superficie del tubo, mientras que a este se le da vueltas en el sentido de las agujas del reloj. Esto producirá grandes y múltiples pliegues del tejido; en este punto es importante asegurarse de que la parte superior e inferior del tejido se han fijado firmemente con cinta adhesiva o cuerda antes de teñir. Se puede crear un estampado uniforme enrollan­do lentamente el hilo, a distancia regu­lar, a lo largo del tejido mientras se va dando la vuelta al tubo. Después, se saca la cinta adhesiva y seguidamente se empuja el tejido hacia abajo de modo que forme unos pliegues compactos y apretados. Si se empuja el tejido direc­tamente hacia abajo, se puede producir un efecto uniformemente rayado. Sin embargo, si se va dando la vuelta al teji­do mientras se comprime, se consigue un estampado romboidal. A veces es di­fícil empujar hacia abajo una gran canti­dad de tejido de una sola vez. Puede ser más fácil enrollar y comprimir el teji­do por partes al irlo bajando a lo largo del cilindro.
Después de te­ñir, se aclara el tejido para eliminar cual­quier exceso de tinte y se desenrolla del palo. Se pueden conseguir efectos inte­resantes repitiendo el proceso con el te­jido enrollado en otra dirección y utilizan­do los mismos colores u otros distintos.

Reserva mecánica.
La reserva mecánica se basa en la crea­ción de una barrera física entre el colo­rante y el tejido. Esta barrera puede ser cera, grasa, resina, arcilla, almidón o cola y evita que el tinte penetre en las zonas donde se ha aplicado la reserva.
Cera.
El proceso de reserva con cera se cono­ce como batik, que se cree que proviene de la palabra javanesa ambatik, cuya raíz tic, significa gota a gota.
La técnica de estampado con reserva de cera es relativamente fácil de utilizar, pero puede llevar algún tiempo dominar­la totalmente, ya que es necesario domi­nar con precisión el uso de las ceras y los tintes. Se pueden crear efectos inte­resantes aplicando diversas ceras sobre una amplia gama de tejidos con diferen­tes herramientas. Los tejidos más apro­piados para estampar con reserva de cera son las telas finas hechas de celu­losa o seda, ya que se tiñen con facili­dad en frío, como requiere esta técnica. Para el batik se pueden utilizar diver­sas ceras, dependiendo del efecto final que se desee. La cera de abeja es cara, pero es muy suave y si se utiliza sola, no se agrieta ni salta de la base de la tela. Sin embargo, suele emplearse combina­da con ceras baratas de parafina de base mineral. Se pueden crear distintos efec­tos variando las proporciones de los dos tipos de cera. Cuanto más alta sea la pro­porción de cera de parafina, más quebra­diza será la reserva y más posibilidades habrá de que se agriete. Si se desea un efecto craquelado, es importante encon­trar la proporción de las dos ceras que permita que la cera solidificada se agriete sin saltar del tejido. La proporción que se utiliza con más frecuencia es de 1:1, pero conviene experimentar utilizando diferen­tes grosores de cera y tejidos de base.
El tejido de base se ha de tensar muy bien antes de aplicar la cera. Se puede utilizar un tensador de telas, una vieja pantalla de madera para serigrafía, un marco para cuadros o un bastidor espe­cial para pintar a mano o para batik. Ase­gure firmemente los bordes del tejido con chinchetas o tachuelas para seda. Se puede perfilar el diseño sobre el teji­do, con un lápiz carbón, y esta silueta servirá de guía para aplicar la cera.
Para aplicar la cera, primero se ha de fundir; es esencial utilizar un recipiente apropiado seguro, ya que el proceso es peligroso y puede causar quemaduras o prenderse fuego. La manera más fácil de fundir la cera es al baño María, pero un cazo limpio colocado sobre una olla con agua hirviendo también sirve. Es impor­tante que el agua no llegue a más de la mitad de la altura del cazo, ya que si se mezclara un poco de agua caliente con la cera, esta salpicaría peligrosamente. Después, la cera se puede mantener ca­liente sobre un calientaplatos eléctrico o cualquier superficie que desprenda calor, aunque no es recomendable utilizar un calentador con llama, ya que la cera se in­cendia con facilidad. Como precaución, tenga a mano mantas para apagar el fue­go en caso de accidentes. También son apropiados como recipientes para fundir los hervidores dobles y las pequeñas sar­tenes eléctricas. Para una reserva ideal, la temperatura de trabajo de la cera fundi­da se ha de mantener constante a 120°C. Si la cera se calienta demasiado, puede haber peligro de que se incendie y al aplicarla al tejido, se desparramará; si está demasiado fría, se solidificará y no penetrará su­ficientemente en el tejido. Compensa comprar un recipiente para cera o cola con termostato de control.
Se necesitan muy pocas herramien­tas para hacer batik, pero para conseguir líneas finas lo mejor es utilizar el tjanting: es un pequeño recipiente de cobre con uno, o diversos conductos ca­pilares, dependiendo del grosor de líneas que se necesite. También se pueden uti­lizar gran variedad de pinceles, trozos de espuma de poliuretano atadas a un palo o también un lápiz para dibujar o pintar la cera sobre el tejido. Se pueden fabricar tampones simples a partir de alambre doblado o limpiadores de pipas y se pue­den utilizar pequeños moldes para impri­mir diversos motivos de un modo similar al tjap. Si se utilizan tampones, tjap o moldes, se necesita un recipiente plano para la cera. También se puede usar una bandeja resistente del horno o una sartén eléctrica, siempre que se forre la base con un trozo de manta antiinflamable para hacer un almohadillado absorbente. Fundir sólo la cera necesaria para saturar el trozo de manta, procurando no sobrecalentar la cera. Seguidamente, recubrir los tampo­nes o moldes con la cera de la manta, presionándolos contra el tejido.
Con un diseño de color único, se pue­de teñir el tejido inmediatamente des­pués de que la cera se ha estabilizado. En caso de piezas multicolores, la cera se aplica por capas y el teñido se realiza entre cada capa, elaborando lentamente la composición de colores del diseño. Para realizar un diseño multicolor, poner cera en todas las zonas blancas del dise­ño antes de teñir el tejido empezando por el color más pálido. A continuación, se va construyendo paulatinamente el di­seño, rellenando las zonas con más cera para protegerlas del color, avanzando desde el color más pálido hasta el más oscuro. Se pueden rascar zonas de cera después de la aplicación de cada tinte para incorporar otros colores al diseño, pero en esta etapa resulta bastante difícil retirar toda la cera. Asegúrese de que el tejido está totalmente aclarado y com­pletamente seco cada vez que vaya a aplicar una capa de cera.
Para conseguir un efecto cra­quelado, se arruga el tejido formando una bola antes de teñir el último color, de modo que se agriete la superficie de la cera permitiendo una penetración limita­da del tinte en el tejido de base. Es posi­ble lograr un efecto interesante de graba­do cubriendo el tejido totalmente con cera y rascando seguidamente la cera con la ayuda de un palo afilado o un lápiz; las zonas en que se ha rascado la cera de­jarán que el tinte llegue al tejido.
Es muy im­portante utilizar tintes en frío; tradicionalmente se usaba el índi­go, pero también resultan apropiados otros tintes de tina, y a menudo se em­plean tintes azoicos o de naftol. Entre los tintes reactivos en agua fría se pue­den encontrar una amplia gama de colo­res brillantes y resultan apropiados para los tejidos de celulosa y sedas. Es importante mantener la reserva de cera tan plana como sea posible cuando se tiñe a fin de evitar grietas imprevistas en la cera.
Una vez que se ha teñido el tejido, se ha de retirar la capa de cera de la super­ficie del tejido. Cualquier exceso de cera en la superficie se puede quitar rascan­do cuidadosamente con una paleta. Existen diversos sistemas para retirar la cera y el sistema a usar dependerá de la resistencia de los tintes que se han utili­zado. Un sistema habitual es planchar el tejido entre capas de papel absorbente para fundir el exceso de cera, pero esto suele hacer penetrar la cera más profun­damente en la estructura de la tela, de­jándola rígida. Sumergir el tejido en agua hirviendo fundirá la mayor parte de la cera y se podrá retirar fácilmente, pero compruebe que el tejido y los tintes utili­zados lo resisten; este sistema es apro­piado para la mayoría de los tejidos de celulosa teñidos con tintes reactivos, de tina o azoicos. No tirar el agua caliente con la cera por el fregadero, ya que la cera se solidificaría y obstruiría los desa­gües. Dejar enfriar el agua y retirar los restos de cera utilizando hojas de papel de periódico antes de tirarla. Los resi­duos finales de cera se pueden eliminar con una limpieza en seco.
Una reserva de cera fría específica para cerámica también se puede utilizar en tejidos finos, produciendo una textura moteada. La emulsión de cera se pinta, se estarce o estampa sobre el tejido. Si se utiliza una técnica de serigrafía para aplicar la cera sobre el tejido, se ha de limpiar rápidamente la pantalla con agua caliente (para retirar la cera). Tan pronto como la imagen estampada en cera esta seca, se puede teñir con tintes de agua caliente o se puede cubrir pintando con soluciones de tintes de color. La fina capa de cera se puede retirar fácilmente planchando el tejido entre dos capas de papel absorbente o sumergiéndolo en agua hirviendo. Se trata de una cera apropiada para que la utilicen los niños, ya que no es necesario calentarla.
Reservas de colas y almidón.
Es posible realizar reservas mediante ciertas pastas de diferentes mezclas. La mezcla que utilice dependerá del efecto que se necesite; cada tejido de base, tipo de tinte y técnica de estampación produce un resultado completamente distinto. La mayoría de las pastas de re­serva se pueden pintar a mano, estarcir, serigrafiar o aplicar con moldes.
Una sim­ple pasta con harina y cola arábiga da buenos resultados, si se utiliza con técni­cas de estampación con moldes o seri­grafía. Tiende a no agrietarse, pero si se desea un efecto craquelado, se puede reducir la proporción de cola arábiga y reemplazarla con más agua. La pasta de mandioca es más glutinosa y se puede pintar a mano o estarcir sobre el tejido, ya que suele resultar demasiado pegajo­sa para estamparse con buenos resulta­dos. La pasta japonesa de arroz se puede estarcir, aplicarse con una espátula fina de madera o con un tubo por la superficie del tejido. Para estarcir con esta pasta, la plantilla ha de ser bastante rígida, como un cartón de manila oleoso, una plancha delgada de plástico o acetato, y la pasta de arroz debe extenderse a través del di­seño con una espátula flexible de cocina. Esta pasta también se puede aplicar di­rectamente al tejido dibujando con pince­les rígidos, trozos de cartón o de madera. Para dibujar líneas de pasta sobre la su­perficie del tejido también se pueden uti­lizar jeringuillas o mangas pasteleras con bocas de distintos tamaños.
Con todas las reservas anteriores se obtienen buenos resultados sobre teji­dos naturales, ya que su superficie lige­ramente rugosa ayuda a que la pasta se adhiera. Los tejidos naturales también tienen afinidad con los tintes de agua fría. El índigo es el tinte utilizado tradicionalmente para teñir estos tejidos y todavía es uno de los que dan mejores resultados con las pastas de reserva. Sin embargo, con la mayoría de los otros tintes de tina o de agua fría tam­bién se obtienen resultados interesan­tes; haga pruebas con esta técnica y tin­tes minerales, azoicos o reactivos.
La cola británica (dextrina) resulta tam­bién una reserva muy eficaz y si se aplica un buen grosor y se deja secar, produce un efecto craquelado. Calentando la cola, es posible poderla pintar, estampar con moldes o serigrafiar sobre todo tipo de tejidos. Entonces se deja secar la cola, y dependiendo de la velocidad de secado, se consiguen distintos efectos texturales. Si se deja secar despacio de un día para otro, se produce un craquelado fino, pero si se acelera el proceso de secado, se obtiene un mayor agrietado. Una vez que la cola está seca, se pueden aplicar otras pastas de estampación o tintes con una pantalla limpia sobre la reserva.
Dejar secar las pastas antes de fijarlas. Entonces hay que retirar del tejido cual­quier exceso de cola dextrina o de tinte. Puede que sea necesario hervir el tejido en agua caliente jabonosa para retirar to­talmente el almidón.

Reserva química.
En esta técnica se utiliza una amplia gama de componentes químicos, como álcalis, ácidos, sales, agentes oxidantes y reduc­tores para evitar que el color se fije o se desarrolle.
La es­tampación resulta más sencilla y no re­quiere el uso de agentes reductores da­ñinos. Las reservas químicas se aplican principalmente en tejidos de celulosa pero también se pueden obtener bue­nos resultados con sedas o lanas.
Las técnicas de reserva química más importantes son las que reaccionan con los pigmentos y las que reaccionan con los reactivos. La mayoría de los tintes reactivos sólo se fijan en la celulosa en presencia de un álcali. En consecuencia, el uso de un ácido orgá­nico no volátil (ácido cítrico o tartárico) o una sal acida (fosfato monosódico) como reserva neutraliza el álcali impidiendo que el tinte se fije. Entonces los tintes no fija­dos se pueden retirar durante el proceso de lavado.
Reserva blanca para celulosa y seda.
Estas reservas se producen aplicando áci­dos orgánicos no volátiles sobre tejidos de celulosa antes de teñir, o cubriendo la tela con una pasta de estampación reacti­va estándar. Estas pastas se pintan a mano, se estarcen o se estampan con moldes o serigrafía sobre el tejido. La pas­ta transparente de reserva se vuelve visi­ble añadiendo un poco de tinte fugitivo (que se destiñe al lavar).
PASTA DE RESERVA
50-80 g. de ácido tartárico o cítrico
600 g. de espesante resistente al ácido
(cola de guar o de semillas de falsa acacia,
cola de tragacanto, almidón o éter de celulosa)
350 ml. de agua fría

Para 100 g de pasta de reserva, mezcle completamente el agente espesante, el polvo ácido (si el tejido se ha de sumergir en una solución de color utilice 80 g. de polvo de ácido) y agua fría en un recipien­te apropiado. A continuación, se puede aplicar la pasta al tejido mediante la técni­ca elegida. Luego se deja secar comple­tamente la reserva, después de lo cual rápidamente se puede sumergir el tejido en la solución de tinte, pintarlo o serigrafiarlo con el tinte. Para preparar la solu­ción colorante disolver el tinte reactivo con el agente oxidante en agua caliente y dejar enfriar hasta 40°C. Añadir una solución de bicarbonato sódico disuelto en agua tibia (que se ha dejado enfriar) y 80 g. de espesante de alginato. Después de teñir, se seca rápidamente el tejido y se vaporiza durante 20-25 minutos. Se­guidamente aclararlo bien en agua fría, y lavar en caliente para quitar cualquier resto de cola y tinte. Por último lavar el te­jido en agua jabonosa hirviendo, con 1-2 g por litro de detergente no-iónico, antes de aclararlo bien y secarlo.
Entonces se puede utilizar una pasta reactiva de estampación para cubrir toda la superficie, por encima de la reserva. Se pue­de estampar encima cuando la reserva esté seca, pero se consiguen mejores resultados si se estampa directamente sobre la pasta húmeda. El ácido de la pasta húmeda reacciona con el espe­sante de alginato del estampado, preci­pitándose en la malla como ácido de al­ginato. Esto obstruye la malla en estas zonas, contribuyendo al proceso de re­serva. A continuación se puede vapori­zar el tejido durante 10-15 minutos de acuerdo con la reactividad del tinte. El termofijado en seco no es apropiado para esta técnica, ya que el ácido tartári­co requiere humedad para desprender­se de sus componentes ácidos.
Reservas de pigmento coloreado para celulosa.
Existen varias maneras de realizar reser­vas con color sobre tejidos de celulosa. Uno de los sistemas más simples es utili­zando un pigmento resistente al ácido como color revelador en la pasta de reser­va. Si es posible, el aglutinante del pig­mento que se emplee debe ser apropiado para la fijación con vapor, ya que esto re­duce la cantidad de pasos necesarios.
La receta siguiente se ha simplificado para evitar la necesidad de una emulsión espesante específica, que es difícil de pro­ducir sin un mezclador de alta velocidad.
PASTA DE RESERVA
200 g. de aglutinante de pigmento
con base de disolvente
600 g. de espesante resistente al ácido
(almidón o éter de celulosa)
20-50 g. de pigmento de color
50-75 g. de ácido tartárico o cítrico
Para 1000 g. de pasta de reserva para es­tampar, mezcle completamente en un recipiente el agente espesante, el agluti­nante, el pigmento de color y el ácido. La cantidad de pigmento que se añade a la solución depende totalmente del color que se necesita. Cuando se ha prepara­do la pasta, aplíquela al tejido. Entonces, se fija el pigmento de reserva con calor en seco durante 1 minuto a una temperatura de 140ºC, seguido por un vapori­zado a presión atmosférica durante 10-15 minutos. Una vez que se han fijado los tintes, se lava el tejido.
Reserva de colores reactivos-reactivos sobre celulosa.
Existen dos sistemas por los que los tintes reactivos se pueden utilizar como reservas de color bajo otro tinte reactivo. El principio básico es el de adición y sustitución con dos tipos distintos de tintes reactivos usados en cada caso.
Este proceso parece sencillo pero para conseguir buenos resultados es necesario llevar a cabo muchas prue­bas. En el proceso de reserva reactiva se usan tintes de monoclorotriacina para los colores significati­vos y tintes reactivos de ácido sulfovinilíco como colores de base. Se ha de evitar que los tintes de ácido sulfovinílico se fijen sobre el te­jido añadiendo un sulfilo que impedirá la unión del tinte con las moléculas de ce­lulosa de las fibras del tejido. A tal efec­to se utilizan compues­tos estabilizados de bisulfatos o sulfitos, que no afectan a la fijación de los tintes significativos de monoclorotriacina. Es­tos tintes reaccionan con las moléculas de celulosa por un proceso de sustitu­ción y, por lo tanto, se fijan en el tejido.
Cuando la pasta de estampar se ha serigrafiado a través de una pantalla abierta o se ha pintado sobre la reserva significativa, fijar el tinte sobre el tejido. Esto se hace termofijando en seco el te­jido a una temperatura de 120°C durante 2 minutos. Proseguir con un vaporizado a presión atmosférica durante 10-15 minu­tos y un aclarado en agua fría, seguido de otro aclarado en agua caliente para re­tirar los restos de tinte o cola. Lavar el tejido en agua caliente (hirvien­do) jabonosa en un baño que contenga 1-2 g por litro de detergente no-iónico. Después de esto se puede aclarar el teji­do y secarlo de la manera usual.
Varios.
La pintura sobre tejidos tuvo su origen en Extremo Oriente. Todas las técnicas de im­presión de los colores sobre tejidos de seda, de lana o de algodón han sido transmitidas des­de el siglo XVI por los primeros viajeros pro­venientes de China o Java.
La xilografía, impresión con tabla graba­da en relieve, permitía reproducir varias ve­ces el mismo motivo sobre la pieza de tela que ha de decorarse. Fue la primera técnica im­portada de Asia y desarrollada en Europa.
El batik, método manual, permite conse­guir decorados únicos. Descubierto en la isla de Java, el batik se practica en Europa des­de el fin del siglo anterior; se ha desarrollado rápidamente y ha abierto el camino a un gran número de técnicas de pintura sobre tejido.

LAS TÉCNICAS
Shibori.
Shibori es una palabra japonesa que significa «nudo». Es una técnica de tinte que logra re­sultados muy llamativos. La tela se enrolla sobre un palo, o por partes so­bre varios palitos. Se ata con una cuerda fina empapada de cera. La tela preparada de esta forma se mete en un baño de tinte. El color no pe­netrará en los lugares que éstos estén cubiertos por el hilo. Cuando la tela haya secado después del primer baño, se puede repetir la operación mo­viendo el hilo encerado, como en el batik. Tiñendo varias veces se consi­guen bellos estampados geométricos o abstractos. Otra técnica consiste en retorcer y anudar la tela antes de te­ñirla. En la India se denomina mahaju. Esta técnica se practica tanto en Oriente, como en África y Sudamérica.

Engaste.
La técnica del engaste consiste en dibujar sobre el tejido los motivos de­seados con una goma látex llamada gutapercha. Este contorno guta, ab­solutamente cerrado, de ahí su nom­bre de engaste, penetra en el tejido e impide que el color aplicado con el pincel salga de los límites de la su­perficie.

Machismo o sal.
Se consiguen efectos particulares de «manchas» proyectando sal más o menos gorda sobre un color recién aplicado. Los granos de sal absorben la pintura de manera desigual y de­jan huellas en tonos degradados so­bre el tejido.

Plantilla de estarcir.
En una hoja de cartón o de plásti­co, se recorta el dibujo del motivo que se va a reproducir sobre el teji­do. Se aplica el color con una brocha para plantilla en las partes huecas del cartón. La pintura tiene que ser es­pesa para no esparcirse. Por precau­ción se coloca una hoja de papel se­cante debajo de la tela que vamos a pintar.

Aguada y acuarela.
Estas técnicas que se aplican a mano alzada exigen dominio de dibujo y de pintura sobre tejido. Se trata de pintar directamente sobre el tejido mojado, sin interrumpir el trabajo, para lograr el mejor resultado y evitar las aureo­las y los cercos.


LOS MATERIALES
Telas.
Se pinta sobre todos los tejidos: seda, lana, lino, algodón, sintéticos.
La seda es un material noble da un resulta­do brillante a la obra y guarda la in­tensidad de los colores. La variedad de los tejidos de seda es muy amplia, según el trabajo que vayamos a efectuar, se escogerá un tejido fino o espeso: pongis, muselinas, twill, cres­pón, raso, dupión, tafetán, shantung, seda salvaje, tusor, tela de seda, borra, jersey, pongis o crespón trabajado.
De lana, la estameña, la tela, el crespón de lana, se utilizan en la fabricación de grandes pañuelos cuadrados o rectan­gulares, de vestidos y de corbatas. La estameña de lana, muy fina, permite explotar la técnica de la sal. Sobre las lanas se pinta según los métodos del engaste, o de la cera, o también por pulverización.
Sobre los tejidos de algodón, es­ponja, estameña, piqué, shirting, naté, algodón indio, popelín, así como otros tejidos de fibra vegetal, mezclado, lino, batista, yute, se pue­den pintar fácilmente según las téc­nicas del batik, de los nudos y del en­gaste. Los trajes de algodón, las ca­misas, los pantalones cortos, las ca­misetas, la ropa de casa, se decoran fácilmente con plantillas de estarcir, por pulverización o por serigrafía.
Los tejidos sintéticos se pue­den pintar por cualquier método, con la condición de que los colores utili­zados sean los convenientes. El nylón, poliéster, seda artificial, viscosa, acetato, son las fibras sintéticas que pueden ser pintadas, mientras que los tejidos acrílicos, tricel y terilen no aceptan ningún tinte, aun cuando estén mezclados con otras fibras.

Los bastidores.
Para recibir los colorantes sin de­formar el tejido, éste tiene que ser tensado en un bastidor. Según los trabajos a realizar se pueden utilizar bastidores fijos a escoger entre los ta­maños existentes en el mercado.
Se pueden encontrar basti­dores de tamaño regulable. El más simple está compuesto de cuatro tablas de made­ra dentada de manera regular. Estas entalladuras permiten encajar las tablas unas con otras con el fin de conseguir varias dimensiones cuadra­das o rectangulares. El tejido se fija so­bre el bastidor con unas chinchetas especiales de tres puntas.
Otro bastidor de madera más per­feccionado presenta un sistema de re­gulación con tuercas y tornillos de aletas. De las cuatro tablas, dos lle­van una hilera de pequeños clavos muy puntiagudos que permiten una buena tensión del tejido. Para prote­ger las manos durante el trabajo, se cubren las puntas de los clavos con una franja de poliestireno aglomera­do.
Los marcos metálicos tienen la ventaja de ser li­geros y más resistentes, indeforma­bles; constan de dos barras con cla­vos, montadas sobre varillas en for­ma de «T», correderas. Después de colocar el tejido y la franja protecto­ra sobre los clavos, se corre una de las barras con clavos sobre las vari­llas hasta la tensión perfecta y se fija gracias a los tornillos de bloqueo.

Pinceles y brochas.
Para aplicar el color se emplean pinceles y brochas. Los mejores pinceles para pintar sobre tejido son los que se utilizan para pintar con acuarela o aguada. Tres dimensiones son nece­sarias: gruesos, medianos y finos. Un pincel abanico es útil para lograr efectos de degradado.
Las brochas de seda tienen que ser duras, pequeñas y finas. Se utilizan para los tejidos espesos y para retocar fondos. Sobre las grandes superficies también se puede aplicar el color con una almohadilla de espuma sintética montada sobre un palillo. Almohadi­llas de algodón, bastoncillos de algo­dón, trapos secos y limpios también sirven. Algunos artistas emplean también pinceles chinos muy finos.
Otro accesorio es el pulverizador, sirve para pulverizar la pintura consi­guiendo degradados perfectos. El tubo de la válvula está previsto para introducirlo en el recipiente que contiene la pintura, bastante diluida para que pueda ser vaporizada. Límpiese detenidamente el tubo y la bo­quilla de la válvula después de cada uso.
Antes de pintar, dibujar so­bre el tejido el motivo que vayamos a realizar. Otro método consiste en colocar el motivo que vayamos a reproducir debajo del bastidor y en seguir con la pipeta de guta o con el tjanting de cera el dibujo de la seda visto por transpa­rencia.

La gutapercha.
La guta, materia derivada del lá­tex, sirve para mantener los colores en el interior de formas precisas. La guta puede ser más o menos espesa y viscosa. Generalmente in­colora, puede ser teñida con tintas ti­pográficas si el motivo escogido ne­cesita un rasgo más aparente. Exis­ten, sin embargo, gutas negras, dora­das, plateadas, coloreadas, todas lis­tas para su empleo.
Para dibujar el engaste con la guta se utiliza una alcuza o pipeta, reci­piente de plástico que consta de un pico metálico o pluma llamado mi­nerva. Existen varios tamaños, lo cual permite un trazo más o menos grueso. Para evitar que la guta se en­durezca en la pluma, después de ha­ber realizado el trabajo, introducire­mos un hilo de metal en el tubo con el fin de que no se obstruya el agu­jero.

La cera.
La cera para el batik, o cera java­nesa, es una mezcla de parafina y cera de abeja; sirve para cubrir los fondos. Utilizaremos parafina ligera para el dibujo de las resquebrajaduras. Se puede encontrar en tiendas especia­lizadas en forma de pan o de pasti­llas. Antes de emplearlas deberemos derretirlas en un aparato eléctrico re­gulado por termostato o al baño Ma­ría en una placa eléctrica.
Lo esencial es conservar una flui­dez constante de la cera o de la pa­rafina durante toda la duración del trabajo.
Sobre las superficies grandes se aplica la cera con un pincel grueso para acuarela y con una brocha, que podremos volver a utilizar. Los tra­zos finos se ejecutan con el tjanting, pequeño depósito de metal, latón o cobre, montado sobre un mango de madera. El depósito tiene diversas formas y el pico tiene un diámetro de abertura más o menos grueso, lo que nos permite regular el caudal de la cera en función del trazo deseado. El tjanting permite trazos muy precisos.
Ejercicios a presentar.
Ejercicio de Tintes Naturales:
. Preparar 12 madejas de 200 gr. cada una. Atar 6 con hilo de algodón y 6 con cordón de rayón. Numerarlas en cada grupo del 1 al 6.
. Baño de MORDENTADO: hervir 1 hora con:
-ALUMBRE (sulfato alumínico potásico) 15 gr. cada 100 gr. de lana. Madejas atadas con algodón: 1, 2, 3, 4, 5 y 6.
-BICROMATO POTÁSICO 3 gr. cada 100 gr. de lana.
Madejas atadas con rayón: 1, 2, 3, 4, 5 y 6.
. Baño de COLORANTE: revolver en el agua el té seco (4 veces el peso de la lana), introducir las 12 madejas de lana, elevar la temperatura a 100 grados manteniéndolo 1 hora, dejar enfriar, escurrir y tender a la sombra.
. Baño de POSTMORDENTADO: dejar hervir durante 15 minutos:
-SULFATO DE HIERRO (vitriolo verde) 5 gr. cada 100 gr. de lana. Madejas atadas con algodón n°: 3 y 4. Madejas atadas con rayón n°: 3 y 4.
-SULFATO DE COBRE (vitriolo azul) 5 gr. cada 100 gr. de lana. Madejas atadas con algodón n°: 5 y 6. Madejas atadas con rayón n°: 5 y 6.
Sacar la lana y ponerla en agua limpia y caliente dejando enfriar en ella.
-Las madejas n°: 1 y 2, se dejan sin este proceso como testigos.
. Baño de REVELADO: hervir 15 minutos con:
-AMONIACO (al 10%) 1 cucharada cada 100 gr. de lana.
Madejas pares atadas con algodón.
Madejas pares atadas con rayón.
Sacar la lana y ponerla en agua limpia y caliente dejando enfriar en ella.
IMPORTANTE:
-Las madejas se introducirán en los baños siempre húmedas.
-Hay que remover suavemente los baños de vez en cuando.
Ejercicios de tintes químicos:
-Teñido en madeja:
1.Realizar un teñido por degradación en dos baños de color.
2.Realizar un teñido con reservas en dos baños de color.

-Teñido en tela (camiseta de algodón):
1.A partir de una camiseta blanca teñirla con reservas utilizando dosbaños de tintura.
2.A partir de una camiseta blanca teñirla de forma libre paraposteriormente estampar sobre ella.

-Batik:
Partiendo del diseño para batik realizado en el módulo de Dibujo Artístico, se realizará un batik sobre seda en tamaño 180 x 42 cm. Las reservas serán de cera virgen con parafina. Los baños de tinte se realizarán en el siguiente orden: amarillo, rojo, azul, morado y negro.

Incluir en el muestrario las fichas de los tintes realizados. Se valorará la correcta inclusión en las mismas de las recetas utilizadas, así como del proceso seguido. En las fichas se incluirán muestras de los colores obtenidos y cuando se estime necesario de las fibras originales.
Se utilizarán tintes Iberia.